La bomba que tiene Almería y que debe hacerla estallar

Carta del director

Pedro Manuel de la Cruz, en el centro, durante el encuentro de suscriptores.
Pedro Manuel de la Cruz, en el centro, durante el encuentro de suscriptores. La Voz
Pedro Manuel de La Cruz
19:28 • 20 abr. 2024

Desde que Paco Piloto levantó con alambre la primera torre de lo que con los años iba a ser la mayor catedral del mar de plástico; desde aquel sábado 20 de abril de 1966 en el que Juan del Agua (perdón: Juan del Aguila) abrió la puerta en la calle Méndez Núñez, 28 de la Caja Rural, o desde aquella noche en la que en el insomnio de la ruina Paco Cosentino descubrió que en el fracaso siempre se esconde el aprendizaje para el éxito, no ha habido ni un solo día en que un almeriense no haya dado el primer paso en esta gran marcha hacia la tierra prometida. Miles de almerienses que decidieron desde entonces y deciden cada día bajar del monte Sinaí abandonando la resignación para emprender el camino del progreso en una estrategia no escrita en diez mandamientos, solo en dos: El trabajo y la innovación



El miércoles tuve la fortuna de compartir desayuno con un grupo de suscriptores de nuestra edición digital de La Voz en un encuentro informal sobre el futuro de Armería.



Aunque el tango canta que veinte años no es nada, sesenta minutos dan para mucho. Sobre todo cuando quienes comparten opiniones- Ángel Barranco, CEO de IDM y ex presidente de Tecnova, Antonio Bretones, Maestro y voluntario en varias ONGs, Yolanda Hidalgo, gerente del Colegio de Graduados sociales y Antonio Bernardo García- lo hacen desde el escenario de la reflexión sin más interés que el de mirar Almería y al futuro de los almerienses con la pasión de quien se siente uno de ellos. Ni más, pero tampoco menos.



Y de las muchas opiniones que se expresaron hubo una que sorprendió por su mirada, no a la inmediatez del hoy, sino a la oportunidad extraordinaria del mañana. La expresó Angel Barranco cuando afirmó que Almería tiene “una oportunidad única de convertirse en una potencia mundial en tecnología para la agricultura de alta productividad en climas templados y calurosos”.



Desde los sesenta el crecimiento de la producción agrícola, su comercialización y la creación de puestos trabajo ha sido espectacular. Como espectacular ha sido la estructura creada por una industria auxiliar que ya factura más de mil quinientos millones al año, exactamente 1573 millones según el último informe de Cajamar. En lo que nadie o casi nadie había reparado es que, dentro de este territorio tan importante, se encuentra una ventana de oportunidad de consecuencias y beneficios extraordinaria: la tecnología de ultima generación para producir más productos en menos espacio y con menos coste en climas templados o calurosos. Esa es la clave.



El CEO de IDM justifica esta ventana de oportunidad en que, por el lado de la demanda, nos encontramos una población creciente que hay que alimentar. La población no crece en países fríos, norte de Europa, Rusia, centro Asia, o Canadá, por poner algunos ejemplos. Pero sí crece en los países templados y calurosos como los de centro y Sudamérica, África, India y Asia. Con el cambio climático los déficit hídricos y las altas temperaturas se acentuaran más, a lo que hay que añadir la escasez de recursos naturales como el agua y el suelo, cada vez de peor calidad. Para Angel Barranco la conclusión de esta realidad es que existe y va a existir en un futuro casi inmediato una demanda mundial de tecnología agrícola en esos países.



En el puente que nos une con la otra orilla del rio que nos habría de conducir a esos territorios, en el de la oferta, Barranco sitúa a tres países: Holanda, Israel y España-Almeria. Holanda está especializada en tecnología para producir en países fríos; Israel, por su situación geopolítica, tiene otras prioridades más urgentes que demandarán su atención en los próximos años. Queda España- Almería con una experiencia acumulada de 40 años de desarrollo de tecnologías para cultivar con altas temperaturas y escasez de lluvias, precisamente el escenario climatológico donde más va a crecer la población.



¿Significa todo lo anterior que hay que dejar de mejorar permanentemente la producción y comercialización, los otros dos ángulos del triángulo de la industria agroalimentaria almeriense? En modo alguno.


La apuesta por el desarrollo de la industria auxiliar en todas sus escenarios- semillas, riego, fertilizantes, plásticos, fertilizantes, control biológico, maquinaria…- no solo no entra en contradicción con esos dos vértices del triángulo, sino que los mejora complementándolos. Pero, a la vez, abre unas posibilidades inmensas a las que más temprano que tarde habría que hacer realidad.


La atracción de talento tiene que ser una de las estrategias de Almería. Ya lo está consiguiendo. Pero la apuesta por la conquista tecnológica de la agricultura en países con clima cálido y templado puede disparar- y de qué forma-la incorporación a nuestra estructura industrial de centenares de profesionales cualificados como ingenieros, químicos, biólogos, matemáticos, físicos, FPs…, en fin, de todas las áreas del conocimiento vinculadas a la industria agroalimentaria. Si Málaga se ha posicionado como un hub de empresas tech, Granada como un hub de empresas relacionadas con la salud, ¿por qué Almería no puede posicionarse como una potencia en tecnología agrícola para países calurosos o templados?, se preguntó Ángel Barranco.


La respuesta a este reto no está en el viento, como canta Bob Dylan. Está en el talento, el trabajo y la capacidad de investigar e innovar de los almerienses. De tipos como Ángel Barranco, un optimista por naturaleza, que un día, con 16 años, se fue a EE.UU para hacer COU, recorrió medio mundo durante 21 años y regresó a su huerto y a su higuera para construir una empresa- o mejor, hacer realidad su sueño, como él le llama- que ya exporta a 50 países de todo el mundo.


El mercado está ahí, esperando. Solo hace falta inteligencia, mirar más allá de nuestra frontera y coraje. Y de eso los almerienses andamos sobrados. Y quien lo dude que mire cómo era la indolente y resignada Almería franquista de los sesenta y cómo es la Almería abierta y emprendedora de ahora.


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