De Barbate a Almería: La lucha contra el narco

Carta del director

Una narcolancha, en una imagen de archivo.
Una narcolancha, en una imagen de archivo. Europa Press
Pedro Manuel de La Cruz
19:55 • 17 feb. 2024

El lunes, mientras el dolor por el asesinato de dos compañeros en Barbate estremecía el corazón de la Guardia Civil y la emoción solidaria recorría el sentimiento de los españoles, agentes de la Benemérita continuaban su excelente trabajo y detenían a dos personas en la playa de El Palmer presuntamente relacionadas con una embarcación de gran cilindrada interceptada en la zona. Una operación, otra más, dentro de las labores de vigilancia en el litoral provincial contra las narcolanchas.  



Barbate y Almería están separadas por 190 millas náuticas, pero sus frentes marítimos comienzan a ser escenarios con similitudes inquietantes que, aunque con más que notable diferencia en intensidad y frecuencia (en la costa gaditana llevan decenios siendo alarmantes), deben poner en alerta a quienes tienen la responsabilidad de que la Piovra mafiosa no continue expandiendo sus tentáculos de forma irremediable en la provincia almeriense. Si no quieres que el pulpo- la Piovra napolitana-crezca y se reproduzca hay que cortar la cabeza desde el principio. 



Hace años, cuando las operaciones policiales contra el narcotráfico en el campo de Gibraltar se intensificaron, uno de los mayores expertos en este tipo de estrategias me alertó de una realidad, entonces lejana, pero que ya ha comenzado a ser real. La llamaba aquel experto la “Teoría del globo”: si aprietas en una parte del globo, el aire se va para otra parte. Un principio de la Física trasladado al narcotráfico y del que los almerienses ya estamos percibiendo sus efectos. 



En las costas almerienses está aumentado de forma continuada la llegada de droga y personas en grandes lanchas, fundamentalmente en playas de El Ejido y Adra, confirmando así la teoría del Globo: trasladan parte de esa actividad criminal hacia mares menos controladas para eludir el acoso que sufren en sus bases de operaciones tradicionales.  



Desde que Almería se incluyó en el año 2022 en el Plan especial contra el narcotráfico han sido varias las operaciones importantes contra el narco en las que, a la vez que su éxito, también revelan la presencia de esta actividad delincuencial. Por recurrir solo a fechas cercanas, en la mañana del miércoles 10 de enero- hace apenas un mes- agentes de la Guardia Civil llevaron a cabo una operación contra estas bandas criminales en Almería y otras provincias cercanas en la que se detuvieron 30 integrantes de este grupo mafioso. 



El tráfico de droga y personas es un excelente negocio que los criminales no están dispuestos a abandonar. Trasportar el cargamento de una narcolancha puede aportar hasta 90.000 euros a quienes lo llevan a cabo. Trasladar a inmigrantes desde las costas marroquíes o argelinas hasta Almería, de seis mil a ocho mil euros por persona. Beneficios excepcionales para delincuentes sin escrúpulos para los que, como acabamos de ver en Barbate, la vida de los demás no vale nada. Criminales a los que hay que tratar desde la actuación más legal a la par que desde las condenas menos condescendientes. Dura Lex, sex Lex. Nunca debe haber condescendencia con los criminales.  



Los asesinos que arrollaron con intención de matar a los agentes en Barbate no merecen más consideración que la que impone la Ley. Su aplicación a quiénes la incumplen envenenando vidas o arrebatándolas en medio del mar debe hacerse desde la mayor contundencia. El buenismo de la reinserción aplicable a quiénes así actúan es un inmenso error que acaba volviendo a poner en riesgo a la sociedad que lo ha llevado a cabo. Los malvados no tienen ningún derecho ni a la piedad, ni al perdón. 



Pero no hay que olvidar que quienes lideran esas organizaciones criminales que imponen su terror en el mar necesitan apoyos logísticos desde tierra. Las bandas que trafican en las aguas que separan una costa de otra también extienden sus redes de apoyo logístico tierra adentro a través de “petaqueros” que les suministran el gasoil, de vigilantes que les avisan si hay presencia policial, de portadores que descargan los fardos de droga de las lanchas y los trasladen a las “guarderías”, almacenes o naves de alquiler donde guardan la droga hasta que se “enfría” la presión policial. Todo este entramado está compuesto por personas que, a cambio de sus servicios, reciben remuneraciones de miles de euros. En Almería ya hemos llegado a esa situación y corremos el riesgo cierto de que esas redes de apoyo vayan en aumento a medida que aumenten los controles en otras zonas. 


La provincia ha visto aumentado el número de agentes en mas de 250 desde 2018, alcanzando ya los 2500 en la provincia. ¿Son suficientes? No. ¿Están dotados de todos los medios necesarios? Tampoco. Dos conclusiones en las que todas las instituciones coinciden. 


Tomen, por tanto, todas medidas para que la situación que viven en otros mares no acabe teniendo en Almería, Adra o El Ejido un puerto donde cobijarse en su huida. Y cuanto antes, mejor. Nada sería más peligroso que contemplar con indiferencia esta situación de riesgo. Estaríamos facilitando el acceso al narcobienestar a una parte de la población cada vez mayor que haría casi imposible su erradicación. Quien no lo crea, que lo pregunte en el Campo de Gibraltar.      


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