Máscaras perennes

A tenor de los acontecimientos, parece que viviéramos en un eterno carnaval

Emilio Sánchez de Amo
00:09 • 17 feb. 2024

Ya se percibe en el ambiente el sentir carnavalesco. Son días de aferrarse a las máscaras y el desenfreno festivo, a la crítica sátira, la elegancia destellante y colorida, a los desfiles y las celebraciones entremezcladas de gentes desconocidas y escondidas bajo disfraces. Pero, a tenor de los acontecimientos, parece que viviéramos en un eterno carnaval.



Aunque hay máscaras, como la de nariz picuda simulando una ave, utilizada por médicos, en la Venecia de la peste negra, para portar hierbas y flores que filtraban el aire y el hedor, además de mantener distancias con enfermos,  son muchos quienes hoy portan máscara para tratar de confundir, de pasar desapercibido, de entremezclarse con el populacho, de reírse de los demás,…



Pero hay personas enmascaradas más dañinas que otras porque bailan con el pan de la gente, con la convivencia pacífica o con los servicios esenciales.



No es de recibo portar el disfraz de anti amnistía y tensar la convivencia dirigiendo el coro contra quienes buscan soluciones políticas a los problemas, mientras negocian con quien ellos mismos dijeron que no se podía negociar.



Pero ya se sabe, hoy te colocas la careta de amigo de narco paseando juntos en yate, y mañana te colocas otra poniendo el grito en el cielo por no hacer lo suficiente para acabar con los narcos. Esperemos que, como ya ha ocurrido en otros países, no haya quien esconda, bajo máscara de nariz picuda, la voluntad real de darles entrada libre en nuestro país.



Y así todo, máscara sobre máscara, máscaras perennes que desenmascarar para librarnos de quienes solo miran por los poderosos enmascarados, si es que no adelantan su particular entierro de la sardina tras los comicios gallegos.






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