Necesitaba una satisfacción

Deseaba ardientemente que llegara la noche de los Goya

Beatriz Torres
00:25 • 15 feb. 2024

Tenía una ilusión tremenda por ir al concierto de Israel Fernández, con Diego del Morao a la guitarra, en el Auditorio de Vera. No encontré un buen sitio pero sí una entrada, así que me sentía afortunada y esperaba expectante.



Israel se presentó con humildad y respeto, esas fueron sus palabras, sin embargo alguna persona del público no lo entendió. Concretamente a mi lado había una señora que no paraba de hacer comentarios y reír con las de atrás, a la vez que sacaba el móvil, escuchaba audios, grababa, hacía palmas, levantaba los brazos para bailar y hasta canturreaba. 



Por favor, con lo que me cuesta a mí llegar al flamenco o que el flamenco llegue a mí. Intenté concentrarme todo lo que pude, alejando de mis pensamientos todas las perturbaciones que me rodeaban, pero apenas conseguí unos instantes de compenetración con esa inmensa y poderosa voz, y salí insatisfecha del Auditorio. 



Escuché a alguien de mi fila diciendo, habría que preguntarle para qué ha venido, cuánto ego. No dije nada, pero de mi mente no se borraban esas dos palabras, mágicas y sublimes, “humildad y respeto”, tan necesarias.



Días después estuve en el Teatro Apolo para ver en versión original “La zona de interés”, una película profundamente bella, que me gustaría volver a ver porque la incomodidad del asiento y el cansancio de todo el día no me dejaron disfrutarla como debiera. Sin embargo, de alguna manera se quedó en mí, porque a la mañana siguiente, cuando desayunaba en un bufé libre, pensé en las desigualdades sociales como una manifestación del fascismo o nazismo que rige en nuestro mundo. 



Con estos antecedentes, deseaba ardientemente que llegara la noche de los Goya, para recrearme en un espectáculo sin que nada ni nadie me molestase. Necesitaba una satisfacción. Me gusta la gente del cine. 





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