La economía también tiene sed

Nuestra dependencia de la agricultura y del turismo nos hace muy sensibles

David Uclés
23:35 • 30 ene. 2024

A finales de los años 90, la Mesa de las Infraestructuras puso la reivindicación de subsanación del déficit hídrico sobre la mesa. Unos años después, el Instituto Caja Rural de Almería encargaba un estudio que estimó la aportación del agua en nuestra provincia en torno al 40 % del PIB. De lo uno y de lo otro ha llovido bastante. Bueno, en realidad no ha llovido demasiado, a pesar del tiempo transcurrido y, por eso, el agua –o más bien la falta de ella– sigue siendo un tema recurrente.



En estos años, tanto la población como las producciones agraria, industrial y turística han seguido creciendo, por lo que la demanda de agua se ha incrementado. Es cierto que la situación no se ha percibido como grave porque hemos mejorado mucho en la eficiencia del uso. También la oferta hídrica se ha expandido con el trasvase del Negratín, varias desaladoras y depuradoras. Además, los agricultores han puesto en marcha estrategias de captación que, según los años, pueden resultar un alivio.



Pero el avance del cambio climático y sus efectos, como la sequía prolongada que venimos sufriendo en el Mediterráneo los últimos años, vuelve a sacar a relucir las tensiones. Para nuestro Barómetro del primer semestre preguntamos a los economistas de Almería si consideraban que la economía estaba preparada para una sequía prolongada: el 68,9 % consideraba que no. Pero del resto, la mayoría calculaba que por encima de un año sería un problema.



Justo en ese escenario estamos. Las medidas de mejora de eficiencia ya no son una opción cuando el problema es la drástica reducción de la oferta. Nuestra dependencia de la agricultura y del turismo nos hace muy sensibles. Por tanto, ahora toca reducir la demanda global y encontrar nuevas fuentes de agua a corto plazo, así como desbloquear los proyectos en curso. Y a largo, tendremos que tomar nota y prepararnos –sociedad, empresas y administraciones–, adoptando soluciones estructurales, aprovechando los fondos NGEU, para afrontar las futuras sequías que, al paso que va el cambio climático, cada vez serán más intensas y numerosas.







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