En una liga putrefacta, los gusanos son solo una anécdota

Lo del estadio Santiago Bernabéu es una vergonzosa ignominia

Los jugadores del Real Madrid celebrando el gol de la victoria.
Los jugadores del Real Madrid celebrando el gol de la victoria. Europa Press
Juan Martínez Fernández
13:07 • 23 ene. 2024

Cuando una liga está tan corrompida como la española, los gusanos son solo la consecuencia de la corrupción de un atajo de sinvergüenzas que ha conseguido la putrefacción de lo que es sin duda, el depósito de las ilusiones de muchos españoles que, luchando contra una incredulidad necesaria, se resisten a admitir una realidad palpable.



La mayoría de ellos, porque son seguidores de los grandes y las heces de los gusanos se destinan a los demás que se ilusionan con sus clubs, pequeños y sustentados con alfileres; y que, en manos de unos grupos de presión que se comportan como una auténtica mafia, se burlan de sus pasiones y de sus ilusiones y se llenan los bolsillos, apoyados en apenas medio centenar de impresentables que se prestan a prevaricar casi a diario, en aras a complacer los deseos y a veces las necesidades que quienes mueven los hilos de una liga que huele a podrido a diario.



Lo del estadio Santiago Bernabéu es una vergonzosa ignominia protagonizada por un señor que sin duda pretendía congraciarse, echando una “manita” a un grande, al parecer molesto con él; y avasalló a un equipo que se mostró indefenso ante la avalancha de injusticias que se le vinieron encima, todas ellas, permitidas por un inepto que se dejó manejar por quien lo dirigió hacia donde quería o necesitaba.



Nunca hasta ahora, se había visto en un partido de la liga española – y conste que hay barbaridades – presionar desde el VAR a un árbitro en el campo, como lo hizo Hernandez Hernández con Hernández Maeso, un monigote sin personalidad. Primero con una llamada a que observara una mano que para él era penalty, pero ¡Oh! Casualidad, no vio en el mismo acto cómo Rudiguer, se apoyaba en los hombros del jugador del Almería; tampoco vio ¡Oh sorpresa! una agresión de Vinicius al defensa del Almería, que implicaría su expulsión, pero ¡Claro! Al nene del Madrid, se le permite todo, hasta protestar todas las decisiones del árbitro que cual borreguito sumiso, le permite todo. ¡Esa, sí que era una intervención necesaria de Var! Y no hacerlo, es una clara muestra de prevaricación que, hay quien piensa que premeditada. Llegando al cenit de la desvergüenza cuando en el gol del empate, repitió hasta cuatro veces, la “no mano” y le “da en el hombro”, mostrándole una imagen en la que era imposible comprobarlo y escondiendo la que es la más clara, pero su intención no era la de aclarar, sino la de convencer a un pobre inepto, guiñol torpe e incompetente que estaba temblando en un ruedo rodeado de Miuras y que si hay vergüenza en el colegio arbitral, deberá volverse a segunda o congelarse en la nevera durante meses. Aún está fresca la personalidad del vizcaíno Ricardo de Burgos Bengoetxea, cuando al llamarle al Var su compañero Ortiz Arias, el árbitro bilbaíno cortó tajante a aquél que insistía intentando predisponerlo, "vas a ver como el jugador defensor estira su codo a la altura del hombro", diciéndole "ponme las imágenes y déjame hablar". Pero éste, era un monigote sin personalidad.







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