Disciplina o complicidad

Convendría reflexionar sobre el pensamiento que se ha instalado en las ruinas del antiguo PSOE

José Fernández
22:16 • 05 oct. 2023

Los secretarios provinciales del PSOE de toda España han firmado un cheque en blanco a Pedro Sánchez, presentando un comunicado conjunto en el que afirman haber dado ese paso “con plena ilusión y determinación” (sic) para poder formar un gobierno “progresista y de convivencia” (sic). Ustedes porque son muy jóvenes, pero esto de hacer prietas las filas y responder marcialmente al contubernio de los enemigos de quien sólo está llamado a responder ante Dios y la Historia se llamaba antes “adhesión inquebrantable al Movimiento Nacional.” Es verdad que en Almería la mayoría de cargos no han hecho una demostración expresa de apoyo indubitable a quien prende cada noche la lucecita de Moncloa, pero también es verdad que se han guardado mucho de expresar puntos de vista divergentes de la deriva inconstitucional de quien pretende hacer legal lo que él mismo consideraba ilegal antes de las elecciones. Fuera del cargo, que es la única trayectoria profesional que tienen la mayoría de ellas y ellos, se pasa mucho frío y es complicado seguir pagando la hipoteca y los colegios (generalmente privados) de sus niños. Y es que una cosa es el AVE y otra el tren de vida. Es verdad que los partidos políticos suelen acabar siendo, en mayor o menor medida, estructuras piramidales de jerarquía, pero convendría reflexionar sobre el pensamiento que se ha instalado en las ruinas del antiguo PSOE, convertido ahora en una secta de adoración y obediencia de tipo personalista, que de ser un partido valioso para la consolidación de la democracia ha pasado a ser un factor de riesgo para ella. De hecho, la hoja de ruta mesiánica que ha emprendido el PSOE de la mano de Sánchez y sus socios separatistas supone una seria amenaza para la igualdad, los derechos y las libertadas de todos los españoles. En todo caso, más de uno debería pensar que la disciplina tiene un punto de no retorno que, al superarse, te acaba convirtiendo en cómplice del que se pone del otro lado de la ley. 










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