‘Trumpismo’ de Madrid a Waterloo

Hace dos años, Pablo Iglesias defendió ante Evole que Puigdemont era un exiliado político

Javier Adolfo Iglesias
00:41 • 07 sept. 2023

Para los votantes socialistas, Pedro Sánchez pasará a la historia por haber ganado el pulso a Pablo Iglesias. Sin embargo, lo ha hecho a costa de poner el PSOE por delante de España y de hacer suyo el discurso de Podemos de revisión y deconstrucción de la Transición. ¿Mereció la pena? Yo creo que no. Hasta hace poco, la mayoría de votantes socialistas tradicionales, entre los que me encuentro,  coincidíamos con una inmensa mayoría de españoles en que la Constitución de nuestros ancestros ha facilitado el mayor periodo de paz y prosperidad de nuestra convulsa historia. Sánchez ya no lo cree, o actúa como si no lo creyera.




En su inquietante discurso el pasado lunes en el Ateneo de Madrid, elogiaba “la altura de Estado” de gente como Puigdemont. 
No lo citaba porque no hacía falta; horas antes, su vicepresidenta escenificaba con su encuentro esas palabras. Puigdemont es ya para Sánchez un exiliado político, como lo fueron Azaña, Zambrano o Antonio Machado.  Así lo había afirmado a Evole hace dos años el que fuera su anterior y fugaz vicepresidente.  Sin embargo, entonces, ningún miembro del PSOE secundó aquella comparación odiosa.




Hoy Sánchez retuerce su necesidad y el lenguaje hasta el filo del abismo.  A la probable cesión al chantaje del prófugo lo llama actuar “sin temor, con ambición y audacia”. A la incertidumbre humillante en la que sume al país, la llama “pasar página” y “aprender de errores del pasado”. Puro ‘trumpismo’. Hace días, EEUU demostró la solidez de su democracia al anunciar que juzgará al que fuera su presidente el próximo 4 de marzo. Eso sería impensable en España, pero por si acaso, el pasado mayo, Sánchez afirmó en una arenga ante sus parlamentarios que “…otros dirán que hay que detenerme”.








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