Extravagancias festivas

A poco que bichemos encontraremos toda clase de extravagancias

José Luis Masegosa
23:13 • 20 ago. 2023

Se encamina este lunes sobre la bajamar de resaca festiva, aunque  aún aguardan los síntomas resacosos porque todavía  se mantienen las celebraciones agosteñas por doquier. Y es que en la verbena popular que es España, de un tiempo a esta parte se ha establecido, como por arte de birlibirloque, una suerte de ranking, un clasificatorio de actividades, juegos, concursos y certámenes que ponen a  competir a municipios y aldeas para  ver cuál  de estos núcleos poblacionales alcanza un supuesto liderazgo en las comparativas de los programas festivos. En esa absurda carrera por “dar la nota”, a poco que bichemos encontraremos toda clase de extravagancias, imaginarias tradiciones que nunca han existido, costumbres inventadas y una retahíla de aconteceres que más convocan a la ceremonia del absurdo que a unas fiestas de carácter popular.



En los inicios de esta moda de vestir las celebraciones con envoltorios de supuesta originalidad, sobre todo en el ámbito rural del Sur, encontré opiniones tan realistas como críticas que trataron de evitar esas licencias gratuitas de adjudicar cualquier idea a toda clase de convocatorias allí donde nunca fue así. Al respecto, recuerdo la impotencia y rabia contenidas que mostraba el desaparecido humorista Paco Martinmorales,  el más ilustre cateto que haya parido nuestra paleta tierra, cuando ojeaba las programaciones festivas de su entorno alpujarreño en las que encontraba de todo, desde el “ tiro al huevo con arco” al “lanzamiento de azadón”, o los disparatados concursos de “comeflanes”, todo ello aliñado con el marchamo de la presunta tradición. En opinión del entrañable Martínmorales, tales dislates, de los que abominaba con toda razón, solo contribuían a trasladar una imagen distorsionada de la auténtica realidad de sus pueblos alpujarreños. En estas tácticas  tan al uso, que probablemente se  ejerzan con las mejores intenciones promocionales de nuestros pueblos, ha habido y hay verdaderos maestros. Con pequeñas matizaciones  de la idiosincrasia de cada lugar, esas “genialidades” de los programas lúdicos se suceden en nuestras fiestas, en donde a lo mejor se sustituye el huevo por el pollo, o el azadón por la carretilla. Son algunas de las extravagancias festivas que deberían sonrojar. 









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