El escándalo de Mojácar, la tómbola y ETA

Carta del director

El Caso Mojácar \'empaña\' las elecciones de este 28-M.
El Caso Mojácar \'empaña\' las elecciones de este 28-M. La Voz
Pedro Manuel de La Cruz
19:56 • 27 may. 2023

La actitud desvergonzada de algunos de los siete detenidos por la presunta compra de votos en Mojácar, a la salida del calabozo exhibiendo su impudor y esta mañana paseando sin rubor por los colegios electorales del municipio, es una prueba de la sensación de impunidad con que se sienten arropados por quien ha movido los hilos desde las bambalinas de un teatro que ya se lleva poniendo en escena en ese pueblo desde casi siempre. “Pueblos pequeños, infiernos grandes”, así define el periodista Antonio Torres la situación de intereses y rencores familiares que explican casos como el explotado esta semana. Y, como siempre, no dejen que las flores se escondan en el bosque. Los viejos caciques viven su otoño, pero continúan activos. Mojácar es un ejemplo, pero no el único.



La escandalera por las detenciones y las denuncias de presuntas compras de votos han sido el último episodio de una campaña que ha llegado a su fin marcada por el hastío de los gobernados y por el agotamiento de los que aspiran a gobernarlos. En España llegamos tarde a la Democracia, pero estamos siendo los primeros en comenzar las campañas electorales apenas terminado el recuento. El ruido y la furia se han hecho tan persistentes que han acabado acallando el sosiego y la capacidad razonante. Cuando la política se deja cada vez más en manos de los políticos y de los hooligans que les acompañan, mal asunto. 



 La detención bajo la acusación de comprar votos en Mojácar de siete presuntos implicados- dos de ellos candidatos socialistas- es una canción escrita por varios autores y que suena desde hace años. El caso de Mojácar es un escándalo, pero, como en la canción de Raphael, las murmuraciones sobre la práctica de estas maniobras en las penumbras preelectorales llevadas a cabo por algunos miembros de la ´alta sociedad´ de los partidos, no dejarán de sonar si PSOE y PP no se ponen de acuerdo en reformar un procedimiento que ha acabado convertido en un desfiladero en el que se parapetan forajidos a la caza del voto a cualquier precio.  



Las resoluciones judiciales acabarán desvelando las responsabilidades a que hubiere lugar en cada caso, pero apuesto diez contra uno que, en el procedimiento de Mojácar, como en el de otros municipios con implicaciones en otras actividades presuntamente delictivas, quienes dirigen estas maniobras desde la oscuridad continuarán instalados en esa penumbra desde la que continuar consolidando su entramado corrupto. La Ley del silencio de la que escribía Manuel León hace unos días en este periódico está asumida con una normalidad tan antidemocrática como detestable. Miren a Mojácar y a otros pueblos cercanos y encontrarán comportamientos similares a la siciliana usanza o el napolitano modo, un pestilente olor a basura que ninguna mascarilla china no solo no lo puede impedir, sino que lo expande.       



El caciquismo es una patología social a la que los partidos no son inmunes. Hay caciques de derechas y caciques de izquierdas y eliminarlos de la escena política debe ser una prioridad para quienes lideran las organizaciones que nos gobiernan. No lo han hecho hasta ahora y no hay razones que avalen el optimismo de que vayan a hacerlo en el futuro.  



Más allá de estos escándalos de última hora, la campaña que terminó hace apenas 48 horas ha demostrado que la clase política, sobre todo la nacional, no está a la altura de los que los tiempos exigen y la ciudadanía demanda.  



Pese al diseño autonómico constitucional, España es un país radial en el que Madrid es el centro y, el resto, periferia. Las estrategias diseñadas a la medida de los intereses de los lideres nacionales y su difusión por las terminales mediáticas apostadas en una y otra barricada han alcanzado tal nivel de manipulación que el PSOE ha convertido la campaña en una tómbola de feria y el PP ha recuperado una guerra inexistente.  



La escaleta de anuncios de Sánchez y el revival trucado de ETA de Feijoo no deja mucho espacio para la esperanza. El presidente ha sustentado todas sus intervenciones en ofertas propias de una campaña de elecciones generales. El líder de los populares ha desenterrado el fantasma de ETA. A Sánchez se le puede acusar de tomar a los ciudadanos por tontos. A Feijoo la acusación que se le puede hacer es haber asumido el relato de que ETA no ha sido derrotada, que es- y esto es lo más grave- el discurso que defiende el entorno etarra y postetarra para justificar su horror.  


El rosario premeditado e interminable de anuncios acerca la gobernanza a una rifa en la que cada día se intenta convencer a los ciudadanos de que les ha tocado el premio. Proclamar que ETA ha ganado y está viva, como ha hecho Ayuso durante la campaña, no es solo un error, una mentira y una inmoralidad, es, también, un insulto a sus víctimas y a quienes padecieron su terror y lucharon contra su barbarie. ETA fue derrotada y convertir su derrota en un triunfo por un puñado de votos es una indecencia. Criticar la presencia de terroristas en las listas de Bildu, aunque sea legal es, no solo legítimo, sino necesario por repugnante. Pero de ahí a decir que ETA ha ganado y está viva hay un trecho de irresponsabilidad. El mismo trecho que hay entre decir que no se pactaría nunca con Bildu y hacerlo. Dos caminos que nadie debería haber recorrido. 


Con todo, la única esquina desde la que podemos vislumbrar un moderado optimismo es la de la política municipal. Los candidatos de los municipios almerienses han llevado hasta sus vecinos un catálogo de propuestas en las que sin duda puede haber excesos demagógicos- qué programa electoral no los tiene- pero en las que, sin duda también, hay aspiraciones interesantes. 


Hoy, como cada día que los ciudadanos acudimos a votar, es un día grande. Olviden el ruido y vayan a votar. Ejercer el derecho al voto es la máxima expresión de la democracia. Y la democracia, a pesar de caducidades y errores, es el mejor y único camino para hacer un pueblo, una ciudad y un país mejor. No lo olviden nunca. Nunca.    


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