Una sucesión de catastróficas desdichas

Lo mejor era hacer decir a Espadas que su modelo y referencia era Pedro Sánchez

José Fernández
09:00 • 17 jun. 2022

En los obradores de confitería editorial del PSOE se trabaja ya en la gestión del presumible batacazo electoral de pasado mañana horneando nuevas bandejas de alertas antifascistas y hojaldres pancarteros. “Habrá que volver a tomar las calles”, anunció la otra mañana la vicesecretaria general Adriana Lastra, asumiendo explícitamente el binomio victoria o disturbio como manual de estilo socialista. 



Es muy probable que la poco leída señora Lastra no lo sepa, pero hay que recordar que el delito de amenazas está tipificado y regulado en el Código Penal español en los artículos 169 a 171, y quizás alguien debería actuar de oficio al respecto, sobre todo porque el partido todavía no ha desmentido o matizado las palabras de esta aparente indocumentada. 



En todo caso, estamos ante otro hito de esta extraordinaria campaña que ha hecho el PSOE a las andaluzas, que no descarto que acabe estudiándose en las facultades de Políticas como un ejemplo que lo que nunca debe hacerse. He hablado estos días con compañeros curtidos en mil campañas que, como yo, no recordaban una mayor concentración de errores en tan poco espacio de tiempo. El primero y más determinante ha sido la designación de un candidato de trasversal grisura política, Juan Espadas, que llegaba cargado del lastre de haber sido consejero en los gobiernos socialistas de la Junta que tanto robaron y anillado al fleco matrimonial de la desvergonzada política socialista de enchufar y pagar a allegados por trabajos inexistentes. 



A partir de ahí, lo del PSOE en esta campaña ha sido una larga y dolorosa sucesión de catastróficas desdichas. La primera de todas fue invocar a los fantasmas del pasado. Evidenciando un desconocimiento del terreno propio de quien vive instalado en la soberbia de pensar que las cosas son como él dice porque, además, no pueden ser de otra manera, insistieron en ese discurso infantiloide que mezcla al hombre lobo, Franco, la momia y el dóberman de Alfonso Guerra



Y cuando por fin descubrieron que ya no hay viejas que asustar, algún intrépido pensó que lo mejor era hacer decir a Espadas que su modelo y referencia era Pedro Sánchez. ¿Pero qué figura pensó que Espadas ganaría votos diciendo que él quiere hacer con Andalucía lo mismo que el embustero de La Moncloa está haciendo en España? A ver si el lunes alguien de Ferraz tiene tiempo y telefonea a Estocolmo para avisar al comité de los Premios Nobel que ya no hace falta que busquen más. Después de eso, el PSOE decidió centrar su campaña en Andalucía en la Sanidad y en la corrupción. ¿Es que no había otros temas? Los del materno infantil de Almería, dando ahora lecciones de gestión sanitaria. 



Por no hablar de lo poco creíble que suena la palabra honradez en boca de los responsables del robo de los ERE, de los billetes acumulados para asar una vaca, de los puticlubs y las narcofiestas pagadas con el dinero de los parados. ¿Creían que todo eso era insuperable? Pues no se vayan todavía. Nos faltaba escuchar al inolvidable Zapatero reivindicando nada menos que el honor de los condenados presidentes Chaves y Griñán, que según el autor de “la economía española está en la Champions League”, pasarán a la historia como hombres honrados. 



En fin. Podría seguir, pero no tengo más espacio. Veremos lo que pasa el domingo, pero un partido que es impermeable a la autocrítica, que apela al disturbio como reacción a un mal resultado electoral, que desprecia groseramente la ley y que además reivindica con orgullo el delito, lamentablemente no es una opción: es un peligro.




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