Madre Rusia

“Tipos muy parecidos a Putin podrían gobernar en cualquier momento en España”

Alberto Gutiérrez
08:59 • 19 feb. 2022

El líder ruso, Vladimir Putin, parece que llevara toda la vida a lomos del caballo exsoviético (acuérdense de las crudas fotos) con esa mano de hierro que moldeó desde que fuera agente del temido KGB. Por este motivo, entre otros, los rusos, ebrios de grandezas pasadas, patrocinan a su controvertidísimo jefe para intentar convencernos a todos de que el comunismo no fue tan pernicioso como pensamos. Y que esa grandeza bien vale una misa o, en el peor de los casos, una invasión militar para marcar territorio como los leones. 



Putin ha transformado su país en una democracia muy defectuosa, siendo bastante benevolente en el adjetivo. Una nación que encarcela y envenena a los políticos opositores y que tiene amordazado a su pueblo mediante una funesta limitación de la libertad de expresión no puede ser jamás una democracia homologable. Un gobierno que amedrenta desde hace años a su vecina Ucrania y pone en jaque el orden mundial resulta una seria amenaza para la convivencia, aunque muchos ciudadanos rusos piensen en su líder como ese hombre de torso desnudo y a caballo que todo lo puede. 



Digo todo esto no para hablar solamente de Rusia sino de las amenazas que se ciernen sobre el resto de países democráticos de Occidente, que han abierto el camino a los populistas, nacionalistas e identitaristas que jamás creyeron en la democracia en el sentido de concordia, paz y convivencia; a esos próceres patrioteros de izquierda y derecha que dividen y restan, que desean romper todo cuanto hemos logrado y que manejan los fusibles de las emociones más primarias (y negativas) de la gente. Está sucediendo en la castigada Latinoamérica con gobernantes tan risibles como peligrosos: Castillo en Perú, Castro en Cuba, Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Bolsonaro en Brasil, etc. 



Aquí en España y en Europa proliferan las franquicias de esos populismos que, insisto, no creen en la democracia liberal y representan una gravísima amenaza. En ellos incluyo a las fuerzas políticas que promueven insurrecciones en Cataluña, a quienes son incapaces de condenar los asesinatos en el País Vasco y, por supuesto, a aquellos que persisten en dividir a los ciudadanos entre buenos y malos, hombres y mujeres, ricos y pobres, en lugar de convocar el entendimiento y la convivencia con un proyecto de futuro. Debe volver la sensatez porque, de lo contrario, tipos muy parecidos a Putin podrían gobernar en cualquier momento en España y en el resto del continente. Y puede que decir todo esto nos resulte muy obvio, pero conviene tenerlo en cuenta ahora que el patio político español es un tremendo quilombo.







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