El tráfico sin teoria

En España los partidos se arrojan los problemas a la cara, se pelean por ellos

Javier Adolfo Iglesias
23:54 • 19 ene. 2022 / actualizado a las 09:00 • 20 ene. 2022

La sociedad nació para que los humanos solucionáramos mejor los problemas comunes,  pero los españoles no sabemos compartirlos siquiera, aunque los tengamos.  



En España, los problemas de todos son solo para unos pocos, son excusas para la división y la pelea mucho antes de que se comience a  discutir sobre sus posibles soluciones. Ese momento nunca llega. “Visibilizar” un problema es ya pelear e intentar derrotar al contrario atizándole con el susodicho. Los partidos rivales pelean por los problemas, no por las soluciones. Por ejemplo, veamos la llamada “pobreza energética”, que copaba mil reportajes de urgencia social en el último invierno de Rajoy en el poder. Sin embargo hoy, cuando la factura de la electricidad está haciendo pobres a miles de familias, apenas se menciona esta expresión. Porque los problemas se arrojan a la cara, como en el caso de las menores tuteladas en Mallorca y ahora en Madrid. Hay un problema real que aún se mantiene puro y cristalino como el agua de la sierra, aislado de esta gresca sin fin: los accidentes de tráfico. Hace unos días, la Dirección General de Tráfico comunicó que en 2021 han fallecido 1.004 personas en 921 siniestros. Y 3.728 personas resultaron heridas graves. Pese a ello, España está teniendo éxito y en la vía de solucionar este problema, pues ha reducido en un 80% la mortalidad en carretera en los últimos 30 años. ¡Pensemos en los 9.344 muertos solo en el año 1989! 



La Fundación MAPFRE presentó el pasado junio un libro con más de 50 expertos que analizan las claves de este éxito y que sitúa a España -¡lo nunca visto!-  a la cabeza de la UE junto a Dinamarca y Suecia en baja siniestralidad en carretera. Añado aqui mi propio análisis.



El problema de las muertes en carretera se va reduciendo desde hace décadas porque los partidos comparten el problema. Por ello hay continuidad en solucionarlo y el último gobierno no cambia lo del anterior por norma. El Estado asume su liderazgo a través de la legislación, la judicatura y sus fuerzas de seguridad pero además la sociedad es clave a través de la industria, los medios de comunicación o las asociaciones.



Se admite que no hay una solución única mágica sino soluciones parciales y concretas: campañas para usar el casco o contra el móvil, controles y vigilancia, carné de puntos, reparación de carreteras y su señalización, mejoras en la conducción. Gracias a una mejor legislación, los jueces han ido dictando condenas disuasorias y nadie ha salido a la calle a manifestarse a gritos.



Para mi, es clave que hasta hoy no haya existido una gran teoría global que explicara el hecho como un todo, y que simplificara así la variedad de causas de los accidentes de tráfico. Con una teoría así se deformaría el problema y volveríamos a nuestra españolidad problemática. Una teoría palabrera así podría haber salido de las universidades y podría haber triunfado. Entonces los falsos expertos habrían llenado televisiones y radios pontificando sobre su causa única, los políticos habrían aceptado su superchería y ya volveríamos a pelearnos por un problema. Se podría haber culpado a “la alocada juventud” o al envejecimiento de los  conductores o a la edad del parque móvil. Menos mal. 



Gracias a que no hay una teoría simplificadora, el problema del tráfico y su solución paciente, compleja y colaborativa son ejemplares. El tráfico sin teoría debería servirnos de guía para solucionar otros problemas de nuestra sociedad. Si mil cuatro muertes en las carreteras durante 2021 son una gran tragedia y como sociedad estamos actuando bien para evitarlas, ¿por qué se pelean estúpidamente ante la tragedia de las 44 mujeres asesinadas en 2020 o las 55 en 2019 y no solucionan este enorme problema?




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