Labrar con un Ferrari

Ismael Gil
07:00 • 24 feb. 2021

Abrucena ha vivido unos días de ‘pánico’, con una tasa de incidencia de positivos por coronavirus de 507 casos por cada 100.000 habitantes. Esto significa que mi municipio tenía, en total, la friolera de 6 casos, de los cuales había ya vecinos que habían recibido el alta médica, otros que no vivían en el pueblo y solo quedaba algún caso activo.


En esta tercera ola, ha habido pueblos donde 2 o 3 vecinos contagiados en los que se ha decretado el cierre perimetral; otros han corrido menos suerte y, con el mismo número de casos positivos, han tenido que cerrar hasta los comercios.


En nuestra provincia tenemos pueblos donde la densidad de población es de 6 habitantes por cada kilómetro cuadrado. Para explicarlo de manera más visual, por cada 100 hectáreas o 100 estadios de fútbol, habría solo 6 personas. En el caso de Abrucena, la densidad de población es de 14 habitantes por cada 100 hectáreas o 100 estadios de fútbol. Estos datos indican una realidad que dista mucho de la que presentan otros municipios, como podría ser el caso de Roquetas de Mar, donde hay 1.556 habitantes por cada kilómetro cuadrado, o Huércal de Almería, con 856.



Con esto pretendo mostrar que las normas contra el covid impuestas por la Junta de Andalucía están pensadas para grandes ciudades o para núcleos con una alta densidad de población, pero no para los pueblos pequeños, que ya tenemos bastante con sufrir la despoblación, la reducción de servicios públicos y la pérdida de inversiones en infraestructuras a lo largo de los años. Por si todo esto fuera poco, ahora también tenemos que padecer las medidas pensadas, estructuradas y aplicadas para otros, a los que administraciones como la Junta de Andalucía siempre miran, en los que siempre piensan y para los que siempre actúan.


Luego quieren que nos creamos sus supuestos esfuerzos por los pequeños municipios, pero para que eso ocurra, para que los pueblos nos sintamos representados, necesitamos de forma urgente un trato distinto. En este caso, no pido siquiera que sea mejor o con más inversiones, sino que las normas que se nos apliquen se adapten al territorio. A nadie se le ocurriría labrar un huerto con un Ferrari (con un Lamborghini sí, porque existen tractores de dicha marca), pero eso es precisamente lo que se nos esta haciendo a los pueblos. Por ello, pido a los responsables políticos de la Junta de Andalucía que miren al mundo que les rodea con realismo. No somos votos, somos vecinos y necesitamos acciones que resuelvan nuestros problemas






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