Dinero humano y bello

Javier Adolfo Iglesias
07:00 • 24 sept. 2020

Hay un fascinante anuncio televisivo que pese a ser de un banco ha calado en dos ocasiones.  En su primera entrega en pleno confinamiento aquel impresionante primer spot nos prometía cantando que “volverían esos momentos” que añorábamos en nuestro largo encierro.  


Ahora es la segunda entrega del mismo banco, una segunda pieza de orfebrería de la seducción a cargo de la misma agencia. Lo ha logrado con una misma fórmula: la de humanizar el dinero, darle rostro y sentimientos humanos.   


Mientras suena la preciosa canción de Elena Iturrieta, más conocida como ELE, interpretada con pasión por ella misma, el último exitoso spot muestra a humildes trabajadores. Ya no son solo emperadores ni conquistadores los que pavonean su poder en efigies dinerarias, ahora es la gente corriente la que puede aparecer en un billete. 



Como en su anterior entrega, la letra cantada es una maravillosa pieza de oratoria, una emocionante arenga que bien la podrían haber pronunciado Lincoln o Churchill en momentos de guerra y tribulación colectiva: 


 “Dicen que la vida nunca frena, siempre va para adelante.Pero a veces si paramos, descubrimos lo importante.




El dinero es el que manda, esa frase es conocida. Pero lo más importante es seguir aquí con vida”. 



Más importante que el dinero es la vida, sin duda. La letra es de Leandro Raposo y nos llega al corazón. Nos recuerda que todos debemos ayudar con nuestro granito de arena para superar la pandemia. Y lo subraya además con una artimaña directa al corazón inapelable, recordando a los más de 40.000 fallecidos: 

“Por todos los que se fueron y nos dejaron sus sueños, habrá que arrimar el hombro y agudizar el ingenio. 

Porque no hay otra manera y la vida nunca frena. 


Donde otros ven desiertos, va mi granito de arena”. 


Mientras oímos estas bonitas palabras vemos narrada solo con imágenes la historia paralela. Vemos los rostros dignos de una asistenta del hogar, de una jubilada, de un pescador y a un ilustrador profesional de billetes que hará el milagro de inmortalizar a esta humilde gente en los billetes. ¡Cuanta maldad en tanta belleza!

El bellísimo anuncio juega en varios niveles. El estético de la música, sin duda. El moral de la imagen. Lo profundo del mensaje inocente, casi infantil. Como cuando jugábamos con el dinero del monopoly. O como cuando guardábamos un duro en el bolsillo varios días como si fuera tu mejor amigo. Cuando mi abuelo Adolfo volvía de vender helados me encantaba hacer montoncitos de monedas y darles vida al vestirlas enrolladas con un papel. 


Entonces, los niños usábamos alcancías y una perra gorda, un duro, cinco duros significaban ilusión. Pero lo cierto es que el dinero es apersonal. Y esta cualidad lo hizo útil para fomentar el comercio. El dinero  fue un gran logro de la civilización. El trueque sirvió para lo que sirvió hasta que se inventó el dinero. Nos ha evitado ir acarreando con un cerdo rollizo para cambiarlo y así traernos a hombros a casa un ternerillo que no teníamos.


No soy muy amante del dinero pero tampoco voy a renegar de él ni a demonizarlo como si encarnara todos los males. No es el dinero el que hace la avaricia, la codicia, el vicio o la insolidaridad. En el refranero o en la música popular se vilipendia como hace Pink Floyd o se ridiculiza como hace Dire Straits. Pero tampoco el dinero tiene rostro, ni malvado ni honrado, como nos quiere hacer creer el anuncio.  


El dinero es algo tan abstracto que se asemeja a la Filosofía. De hecho fue extendido junto a ésta por el Mediterráneo. Tal es así que hay otro anuncio de otra entidad financiera que habla de “digilosofía”. El concepto dinero es tan abstracto como lo puede ser la justicia o la libertad, y por eso hay otro banco apela a la libertad para pelotear a sus deseados clientes. 


La canción del anuncio termina aconsejándonos: “por ver el verano, no pierdas la primavera. No pierdas la primavera”. Ni tu dinero, añado yo. Una amigable voz al final del spot te presenta como una enorme oportunidad entregar tu dinero a partir de 800 euros para “beneficiarte de las cuentas más rentables del mercado”. Añade que te pagarán hasta un 5 por ciento TAE. 


Háblale a tu dinero como un niño le habla a sus muñecos, que no te abandone. Si viaja no volverá más a ti, como aquel viaje preferente de ida sin vuelta. Échalo en un simpático cerdito, ponte en la tele ‘El Lobo de Wall Street” y entonces ya podrás volver a ver el bello anuncio con la canción de ELE. 


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