Soñando con tortugas

Ramón García
07:00 • 22 sept. 2020

Determinadas compañías, aun siendo óptimas, a veces no ofrecen lo que cada uno necesita. Es lo que debió pensar Gordon Matthew Sumner —más conocido como Sting— a mediados de los 80. Siendo el líder y mayor compositor de una de las bandas más grandes del momento, The Police, tuvo la osadía de soltar amarras para intentar navegar en solitario por las procelosas aguas del rock en esa peligrosa década.


Atrás dejaba un proyecto que comenzó haciendo una extraña mezcla de reggae con new wave y algo de punk, y con el que consiguió un éxito inimaginable. Su compañero Andy Summers, que era un tipo ya bien baqueteado antes de iniciar la aventura policiaca, contaba en sus memorias como en sus últimas giras, volando en su jet privado, literalmente se zambullían en billetes de dólar como si fuesen los tres tíos Gilitos del rock. Pues justo en ese momento Sting decide prescindir, como decía Muñoz Molina, de todo lo que era sólido: su mujer, sus compañeros y la seguridad del éxito con una formación que transformaba en oro todo lo que él componía.


Y la primera obra como abeja reina de su propia colmena nos sorprendió a todos. Para realizar The Dream of the Blue Turtles se rodeó de lo más florido del panorama jazzístico del momento, desde la modernidad representada por los más «fusioneros» Omar Hackim o Darryl Jones, hasta lo más bop de Kenny Kirkland o el mediano de los Marsalis. Imagino los tensos almuerzos en esa saga familiar de rancio abolengo de Nueva Orleans, con el joven Branford soportando las críticas por tan osada colaboración.



Fue este un disco muy presente en mi juventud y creo ha aguantado el paso del tiempo con la misma dignidad que su creador. Contiene buen pop en If You Love Somebody Set Them Free; persiste el reggae en Love Is The Seventh Wave; hay rock desbocado en su propio cover de Shadows In The Rain; surge lo reivindicativo en la sinfónica Russians o la majestuosa Children's Crusade y se nota el buen rollo con sus nuevos colegas en el instrumental homónimo. Por encima de todas sobresale la misteriosa Moon Over Bourbon Street, inspirada en la entonces no tan famosa Entrevista con el vampiro de Anne Rice.


No sé si algunos lo recordareis, pero Sting pasó por Almería en 1993. A aquel concierto llegué tarde y justo por ese motivo decidí independizarme de los grupos de amigos cuando se trata de ir a ver algo que me interesa. Desde entonces no son pocos los eventos a los que he acudido solo o con la única compañía de mi mujer. Y es que, como el rubio bajista que nos ocupa, también intento elegir muy bien quién me acompaña en cada momento.





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