Donde dije digo…

La Voz
07:00 • 07 jun. 2020

El Gobierno andaluz, que venía presumiendo de anticipación, ha dejado al descubierto en tan solo unos días que, en realidad, todo formaba parte de una estrategia de confrontación contra el Gobierno de España. Ha sido conocerse que en la fase III de la desescalada los gobiernos autonómicos pasarán a asumir el mando y comenzar a recular y a desdecirse.


Tomar decisiones parece que no es algo que les apetezca en este momento al presidente o al vicepresidente de la Junta, más cómodos en exigirles a los demás que a ellos mismos. Lo hemos comprobado en varias ocasiones, como por ejemplo con los horarios para salir a pasear. Lo que era una decisión inaceptable, por las altas temperaturas, dejó de ser un problema cuando el Gobierno de España le indicó a la Junta que cambiara lo que quisiera. Nunca lo hizo, como tampoco hizo nada cuando tuvo la oportunidad de decidir con qué criterios se podían abrir las playas o las piscinas. El último de los debates ha sido el de la movilidad entre provincias. Ha bastado que el Gobierno de España diga que en la fase III lo decidirá cada comunidad para que PP y Ciudadanos plieguen velas y ya no tengan prisa en abrir ese melón. 


Da la impresión de que a Moreno Bonilla y Juan Marín les ha entrado el vértigo de lo que supone tomar decisiones. Efectivamente, no es fácil porque todas tienen sus consecuencias, especialmente en una situación como la que estamos pasando y de la que no existen precedentes. Asumir la responsabilidad no es sencillo, pero el Gobierno andaluz tiene que comenzar a ser riguroso con lo que dice y con lo que hace. Y eso pasa por buscar una solución a cada problema. 



Decidir, como ha decidido Moreno Bonilla, que no se van a hacer ferias ni romerías en los próximos meses supone para el sector que se mueve en torno a estos eventos un enorme problema. Todo el mundo puede entender que esta medida no se habrá tomado a la ligera y que estará basada en criterios estrictamente sanitarios. Ahora bien, el Gobierno andaluz tendrá que ser parte de la solución y articular ayudas para que a orquestas y feriantes se les dé una salida.  

Bonilla y Marín, por lo tanto, tendrán que reinventarse a partir de ahora. De enfrentarse a diario con el Gobierno de España con el único propósito de sacar rédito político, tienen que pasar a asumir su responsabilidad y preservar, por encima de todo, la salud de los andaluces y andaluzas.



PP y Cs van a tener desde ya la posibilidad de acertar y de equivocarse. Esa es la ventaja y la desventaja de tomar decisiones. En todo caso, deseo que la balanza de lo primero pese más que lo segundo. Seguimos.





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