Soplar, sorber y malmeter

Emilio Sánchez de Amo
07:00 • 02 may. 2020

Es curioso lo molesto que puede resultar a muchos que haya comensales próximos que sorban la sopa o se dediquen a soplar con una pajita haciendo burbujear una bebida. Y es que, más allá de que en nuestra sociedad consideremos determinadas conductas como de falta de educación, lo cual varía según el lugar del Planeta en que te encuentres, la misofonía, baja tolerancia a determinados ruidos repetitivos, está muy presente en nuestra sociedad, de hecho son varios los estudios que la presentan como una anomalía en el lóbulo frontal del cerebro.


Lo preocupante es que se está convirtiendo en costumbre que determinados políticos se sienten a la mesa pública faltándonos el respeto al resto, mientras se dan un banquete de insultos, mentiras e incendiarias manifestaciones hipócritas que no mejoran para nada el menú sino que buscan, en el mejor de los casos, tratar de desprestigiar al chef para cocinar ellos, o terminar con la mesa boca abajo. Pero lo peor es cuando soportamos el miedo a que puedan ahogarse mientras vemos cómo hay quienes soplan y sorben a la vez, creándonos una angustia social incalculable aún. ¿O es que se puede pedir la vuelta al cole de nuestros hijos con seguridad el 15 de mayo sin adoptar las medidas necesarias, como hizo Juanma Moreno? ¿Se puede pedir bajada brutal de impuestos a la vez que una paga extra, como ha hecho Casado, para quienes están en primera línea contra el coronavirus? ¿Se puede gritar “Viva España” a la vez que dinamitan los resortes del Estado, como hacen desde Vox, cuando el Gobierno debe estar sólo pendiente de resolver la situación extrema por la pandemia? ¿Se puede aplaudir cada día a las 8 de la tarde y votar a quienes quieren acabar con la sanidad pública?


Qué gustazo y deleite el día en que por fin podamos disfrutar y comer con muchos comensales que sorban o soplen junto a nosotros desde el respeto mutuo, eso no será nuevo ni antiguo, simplemente será normalidad, que para soplar, sorber y malmeter a la vez, ya hay mucho comensal maleducado provocándonos misofonía.







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