El ‘pin parental’ y el Chernobyl de la enseñanza

A los señores rancios les recuerdo que ya a Paco Martínez Soria les salió los hijos hippies

Javier Adolfo Iglesias
07:00 • 23 ene. 2020

Hace dos semanas pequé de ingenuo al pedir que se calmara el ánimo político y que sin broncas se dejara jugar el partido de la legislatura. ¡Pobre de mí! El partido ha comenzado con dos entradas de tarjeta, un penalti y una expulsión. 


La polémica sobre el pin parental que ayer trajo LA VOZ  ha ofrecido el tono tramposo y desabrido que nos espera en esta legislatura, mientras dure, lo que quiera Junqueras. Este ha sido un señuelo interesado de los dos rivales en los extremos para tensar a sus aficiones y achicar espacios, como  hizo Arrigo Sachi contra el Real Madrid de Butragueño. En este pulso saldría perdiendo  todo lo moderado. 


A esto del veto parental no lo llamemos debate ni polémica, es pelea, de las farragosas, como con barro. Coge la educación como excusa, a nuestros hijos como excusa, como ha venido ocurriendo desde la aprobación de la LOGSE



Ya me confesé en ese artículo titulado “Goool en San Jerónimo!”, no tengo equipo pero no soy neutral ni equidistante. A los señores rancios tengo que decirles que no se puede poner puertas ni al campo ni a los hijos. Que ya a Paco Martínez Soria le salieron hijos hippies e hijas que llevaban minifalda y fumaban. Y a esos mismos hijos hippies que en los años 80 llegaron al Gobierno e hicieron de la educación su juguete político, tengo que decirles, que ha dado todo de si. El idealismo que les llevó a acabar con aquella efectiva EGB y aquel exigente BUP se ha convertido hoy en una maquina burocrática pedagógica decadente que da estertores y señales de que un día estallará como hizo Chernobyl. 


Aquello fue el inicio del derrumbe de la URSS y tras ello, el socialismo democrático europeo buscó una llamada ‘tercera vía’, anticipada por Felipe González. Tras su derrota y la llegada de Aznar, el PSOE buscó de la mano de Zapatero un nuevo camino, un ideario renovado y distinto. Lo encontró en las facultades norteamericanas, identitario y militante de causas nuevas, concretas y diversas. Sánchez es un alumno aventajado de ZP. Y en esas estamos aqui. 



La enseñanza sigue siendo el campo de juego de la mala política y hasta que no haya un pacto de Estado este país no tendrá una política sensata, racional y desapasionada.  


Tras los clichés político-periodísticos hay un debate real. Exactamente el mismo que sufrimos hace años con la implantación de la asignatura ‘Educación para la Ciudadanía’. Entonces un grupo de licenciados y profesores creamos la asociación Filósofos por la Ciudadanía para garantizar el rigor de una asignatura que creíamos necesaria. Ofrecíamos el rigor del pensamiento crítico al error que fue la negociación de sus contenidos como cesiones políticas a colectivos que entonces se abrían paso en la sociedad. Se creo una materia por ‘cupos’. El debate se enconó, no se oía al contrario, y se le etiquetaba para anularlo.



Exactamente igual que ahora.  El Gobierno tiene razón en que los padres no pueden supervisar  a posteriori y menos aún vetar a la carta los contenidos curriculares ya públicos, convertidos en norma. Si lo quieren hacer previamente con el margen que se permite, tienen la opción  a través de varios cauces, uno, el consejo escolar. 


Pocos supuestos analistas y comentaristas políticos han relacionado el tema del ‘pin parental’ con el gran patinazo de la vicepresidenta Calvo al recibir el informe de la RAE sobre su propuesta de reformar el “lenguaje” de la Constitución. 


La RAE le ha dicho a Carmen Calvo  que no existe un lenguaje más inclusivo que otro. Y el que tenemos vale. Como no hay un lenguaje más puro que otro, más solidario que otro o más justo que otro. Quien lo crea así que lo hable, que lo invente, no es nada dañino. Pero otras cosa es imponerlo. Sin embargo, en el currículo oficial esto se ofrece como dogma en la materia ‘Cambios sociales y de género’. No lo es, al menos, para la RAE, la que más sabe del lenguaje. 


Esto es el fondo del debate real, el que se quiere evitar con palabras gruesas y simplicidades.  Las charlas y actividades complementarias en las aulas no son ajenas a esta red política concreta llena de teorías que, por definición, son criticables y revisables, sin que que nadie pueda ser tachado de hereje o fascista.  Lo que hace decenios era rebelde y progresista, hoy se ha tornado reaccionario y conservador. Y este señuelo compartido por Gobierno y VOX ha tapado  el inicio de una reformulación inquietante de lo que aún es la justicia y el sistema judicial.


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