Presupuestos y creatividad

Antonio Felipe Rubio
00:22 • 29 nov. 2019 / actualizado a las 07:00 • 29 nov. 2019

La Diputación Provincial de Almería acaba de aprobar el presupuesto para el ejercicio 2020. A diferencia del Ayuntamiento de la capital, Diputación ha sacado adelante las cuentas con la suficiencia que le otorga la mayoría absoluta, y, además, con el apoyo del resto de la Corporación; lo cual, no excluye la aportación de argumentos creativos y novedosos que redunden en beneficio de las poblaciones con menores recursos. Hay que tener en cuenta que, en otras ocasiones, las mayorías suficientes se han esgrimido para dopar al presupuesto con criterios ideológicos que han favorecido a alcaldías afines, sin esforzarse en aportaciones que solucionen los hoy acrecentados problemas de vaciamiento y autonomía para la generación de recursos y emprendimiento.


El presupuesto actual incorpora una partida de algo más de dos millones de euros para “embellecimiento de las poblaciones de menos de 10 000 habitantes”. Y, aunque la iniciativa es loable, es prioritario antes que el embellecimiento, el adecentamiento. 


Durante decenios, algunas corporaciones provinciales del PSOE han mantenido en la indecencia servicios tan básicos como los accesos viarios, depuración de aguas residuales, suministro de agua potable, luz, internet… siendo esas deficiencias valladar insalvable para un mayor desarrollo y argumento que fije la población a su raíz, potenciando e incentivando la actividad productiva.



Aunque algunos se empeñan en definir a la Alpujarra como una entidad uniforme que abarca -por igual- territorios de las provincias de Almería y Granada, lo cierto es que siempre ha existido una diferencia notable entre la Alpujarra granadina y la almeriense. Baste visitar enclaves del Poqueira para entender cómo se han potenciado sectores (artesanía, deportes, gastronomía, cultura, tradiciones…) que han redundado en evidentes beneficios para una población asentada en una estructura socioeconómica estable. 


Podría poner varios ejemplos, pero el más enojoso que recuerdo fue la construcción del refugio del Chullo. La Diputación de Almería inició la construcción, que enseguida abandonó al albur del expolio, y tuvo que ser la Diputación de Granada -actuando en territorio almeriense- la que completó las obras ante el insultante abandono por parte de las autoridades socialistas almerienses. Y, así sucesivamente, se pueden describir actuaciones como lagunas de oxidación que inundan de pestilencia a poblaciones cercanas, vertederos que dan la “bienvenida” a los visitantes… y otras actuaciones inadmisibles que se ejecutaron bajo la arrolladora mayoría plenaria que aprobaba presupuestos que, aun contando con ayudas de los fondos europeos FEDER, tan sólo queda constancia del cartel anunciador. Eso sí, el dinero llegó; la obra nunca se ejecutó; el problema permaneció… y algunos fondos se perdieron porque no se gestionó adecuadamente, y si llegó el dinero y no se hizo la obra, ya me dirán a dónde fue a parar.



Algunas poblaciones, muy a pesar de las anteriores gestiones de la Diputación, han logrado prosperar, adecentarse y embellecerse. El caso paradigmático es Lucainena de las Torres, una población que se involucró, con firme convicción, en el despegue de su pueblo. Juan Herrera, alcalde que demostró una especial sensibilidad, hizo que sus vecinos se sintiesen más orgullosos cuanto más trabajaban por el embellecimiento y progreso de su pueblo. Así, el esfuerzo por mantener la limpieza, el ornato, la receptividad y las inquietudes por el progreso cuando conciernen e involucran con convicción a la población, supone una fuerza irrefrenable que se acrecienta con el orgullo de estar consiguiendo el general reconocimiento de propios y extraños.


En general, ha faltado convicción, lastrada por el adormecimiento de las iniciativas que provee el providencialismo. Dejar en manos de una pacata administración la iniciativa conduce a perder tiempo y oportunidades, esenciales para el verdadero progreso.



Que la actual Diputación incluya argumentos creativos para fijar la población a sus pueblos con iniciativas que detengan el vaciamiento, es de agradecer. Un ejemplo a seguir por otras administraciones que, lejos de encontrar consenso para general beneficio de los ciudadanos, penden del culto a la personalidad y esgrimiendo cuitas infantiles nada edificantes. 


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