La pellejería no se perdona en política

Antonio Felipe Rubio
11:00 • 25 oct. 2019

Para el PSOE, Almería es un campo de experimentación calculando el grado de falsedades que puede soportar la población y, aun, continuar contando con el apoyo de la gente a la que engaña y humilla.


La penúltima ha venido de la mano del socialista Fernando Martínez, candidato al Senado por Almería, y encargado de anunciar -en periodo electoral- lo que corresponde al Gobierno en funciones; pero no vamos a perder tiempo en comportamientos antidemocráticos (pervertir y vulnerar las normas en pre y campaña), ya conocimos infames precedentes después del 11-M y nadie se sorprende del concepto de democracia que se calzan y acomodan ciertos partidos “progresistas”. El caso es que Fernando Martínez justificó la paralización de las obras del paso a nivel de El Puche -primera vez que se reconoce el plante- debido a un modificado del proyecto.


Durante la explicación, en el habitual y solemne tono engolado, Martínez habló de una reunión técnica que jamás se celebró, así como la convocatoria del consejo de administración de la sociedad Almería Alta Velocidad para el día 23; reunión que no se produjo; no se explicó el motivo de la suspensión y no quedó fijada una nueva fecha. El motivo: no había nada que decir, nada que explicar y nada que modificar. 



Sencillamente, la obra se ha paralizado porque el Gobierno del PSOE no ha pagado la certificación de las obras en los estribos de la plataforma que sustentará la glorieta (“losa” la llama Martínez). Al no pagar, se han llevado las máquinas que hemos visto con aspecto de grúas verticales de gran porte y que estaban pilotando en la zona de trinchera por la que ha de circular el tren. Estas máquinas no se trasladan por sí solas, y habrá que volver a traerlas, con el consiguiente gasto, si es que la empresa subcontratada recibe el dinero que le debe el Gobierno del PSOE, y si les ofrece una mínima garantía de seriedad en el cumplimiento de los compromisos mercantiles.


Es muy difícil confiar en candidatos de un partido que no son capaces de cumplir en el pago de las certificaciones de una pequeña obra pública que, además, interrumpe, demora y perjudica a decenas de miles de ciudadanos que todos los días hacen uso de un angosto y peligroso desvío por el barrio de El Puche, dando acceso a lugares como el polígono industrial del Sector 20, Torrecárdenas (Centro Comercial y Hospital) y una zona de amplia población residencial que ha de padecer por un tiempo adicional la inutilidad de unos gobernantes que, encima, nos quieren tomar por tontos.



La Mesa del Ferrocarril -supongo muy a su pesar- se ha visto obligada a denunciar el plante de las obras por el impago de las certificaciones. Entiendo que haberse visto impelidos a este “fuego amigo” será por tratar de retomar la senda de la dignidad que se perdió en las sobreactuadas durísimas críticas y performances contra el PP. Por cierto, el gobierno del PP puso en marcha la obra que continuó sin incidencias, hasta que llegó el gobierno de Sánchez y se produjo la paralización.


Esta edificante actuación, válida para un vulgar trapacero, no es razonable para un plantel de candidatos que, dicho sea de paso, flanqueaban y guarecían a Fernando Martínez como colaboradores necesarios y silentes en la manipulación de la realidad. Y estos candidatos son los que dicen que van a defender, por encima de todo, los intereses de Almería. En fin.



Y llegó el día 24 de octubre de 2019. Un día “histórico”, sin duda, ya que un político almeriense comete una pellejería y se ve obligado a dimitir, devolver su acta de parlamentario andaluz e irse a casa. No se recuerda un caso similar en la reciente historia de la democracia, en la que políticos díscolos son reticentes y refractarios a devolver el acta y se pasan al grupo de no adscritos. Andrés Samper ha sido víctima de una “pillada” al ofrecer en BlaBlaCar rentabilidad adicional en sus viajes a Sevilla para asistir al Parlamento, aunque la Cámara andaluza ya le estaba “indemnizando” con 400 euros a la semana; y si no era suficiente, Samper cobraba 24,5 euros a los viajeros que le acompañaban en el trayecto al “trabajo”. Toda una decepción para la presidente del Parlamento, Marta Bosquet, que se felicitaba por este brillante fichaje. Y es que, además de mentir, lo peor es la cutre trapacería. 


La política lo aguanta todo, pero una pellejería, aunque sea de baja intensidad, es demoledora.


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