Una tarea de gigantes

Diego López Alonso
11:00 • 15 oct. 2019

Hablar con el corazón (sintiendo realmente lo que se está contando) me parece siempre conveniente. Siempre que prime la razón sobre las emociones a la hora de juzgar qué se debe hacer. Las decisiones emocionales, dado que no son guiadas por la razón, son propensas a fallar en la resolución del problema afrontado. En ese tipo de situaciones, la razón proporciona siempre una solución más acorde con la realidad. Digo todo esto como antesala para hablar sobre el cambio climático terrestre. Lo que sigue no es meramente mi opinión subjetiva, sino la que me he formado después de leer información relevante y científicamente fiable.


1. Mi primera conclusión es que el cambio climático existe. Con similar insistencia en sostener una insensatez como que la Tierra es plana, hay quien afirma que el cambio climático no existe. Los datos de la realidad dicen justamente lo contrario. Admito que se pueda discutir la causa o el origen del cambio porque, como veremos, este aspecto no está claro aún. Pero los registros de temperatura, precipitaciones, y otros fenómenos, indican claramente que hay en marcha un proceso de cambio en el clima del planeta Tierra. Más aún, hay quien data el inicio de este cambio en el siglo XIV, siendo los fenómenos actuales parte de una pulsación climática de largo alcance temporal (Huntington y Visher 1922, Climate Changes).

Por otra parte, este no es un fenómeno extraño ni nuevo para el planeta Tierra. El clima de nuestro planeta ha cambiado repetidamente. Por ejemplo, están perfectamente establecidas tres grandes glaciaciones y una glaciación menor que afectaron a todo el planeta. Durante estos períodos  -hablamos de fenómenos climáticos con una duración de más de 100.000 años (sí, cinco ceros, no se trata de un error)- la Tierra estuvocubierta por hielo en su mayor parte quedando libre de hielo una estrecha franja a ambos lados del ecuador. En los períodos interglaciares, la temperatura del planeta subió provocando la fusión de la capa de hielo. Cada uno de estos periodos tuvieron un amplio impacto sobre la biosfera: millones de especies desaparecieron y otras nuevas surgieron adaptadas a las nuevas condiciones climáticas. La realidad de este proceso queda reflejada, por ejemplo, en el hecho de que, en el registro geológico de los estados de Wisconsin y Michigan (EE.UU.), y de la provincia de Ontario (Canadá), en los que actualmente hace mucho frío y el mar está a cientos de kilómetros, se encuentran plantas y arrecifes de coral propios de climas subtropicales (las planta y el coral) y exclusivo del mar (el coral). Esto indica, que hace miles de años, en los actuales estados de Wisconsin y Michigan, y en la provincia de Ontario, durante cientos de miles de años, disfrutaron de un clima subtropical y gran parte de su superficie estuvo cubierta por el mar.



2. Mi segunda conclusión es de carácter probabilístico, no es una conclusión categórica: el cambio climático probablemente no es de origen antrópico. Como acabamos de ver, la Tierra ha experimentado cambios climáticos radicales, durante épocas anteriores a la aparición de la especie humana sobre el planeta. Por tanto, el cambio climático es una propiedad intrínseca a nuestro planeta, no depende de la acción del ser humano.


El actual cambio climático pudiera tener una causación humana, porque estamos alterando insensatamente parámetros climáticos clave, pero seguramente se estaría produciendo igualmente sin la intervención humana. Simplemente porque el clima es de por sí cambiante en grandes periodos. Estas consideraciones nos conducen a la pregunta fundamental:  ¿podemos detener y revertir el cambio climático?



3. A la luz de los datos, es probable que la acción del ser humano esté acelerando algunos procesos del cambio climático. Pero es muy probable que el proceso venga de más lejos, sea un proceso natural del planeta Tierra. Si es así, desgraciadamente, es poco probable que las medidas correctoras que se han tomado y las que se puedan tomar, sean capaces ni de detener ni de revertir el cambio. Pero nos queda una pequeña ventana de incertidumbre que alimenta nuestra esperanza. Quizá el actual cambio climático sea completamente antrópico. 


Si es así, quizá podamos tomar medidas que detengan o reviertan el proceso. Una tarea de gigantes. Quizá como humanidad, seamos capaces de articular una respuesta que tenga éxito. En cualquier caso, es obvio que no tenemos más alternativa: tenemos que creer que podemos detenerlo y revertirlo, y debemos, y tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano para intentarlo. La alternativa es “dejarse llevar”; y sabemos a donde nos lleva: al desastre planetario.



Lamento no poder ser más optimista.


Temas relacionados

para ti

en destaque