Emergencia climática

Moisés S. Palmero Aranda
11:00 • 24 sept. 2019

Hace unos días, el Pleno del Congreso de los Diputados aprobó el estado de emergencia climática en España. Todos los partidos, salvo VOX, votaron a favor. Un gesto loable donde se comprometen a llevar a cabo políticas que tengan como prioridad la reducción y mitigación del cambio climático.


Pero para muchos ciudadanos, y con razón, descreídos, defraudados y desencantados con nuestros dirigentes, es solo papel mojado, una foto de cara a la galería, ya que esta declaración no lleva aparejada ninguna acción concreta, medible y, por tanto, evaluable.


Tengo que reconocer que estoy en ese grupo, que mi confianza en los políticos está por los suelos y que mucho tienen que hacer para que cambie de opinión. Llevan muchas décadas legislando a favor de los grandes lobbies, consintiendo desmanes, e ignorando y desprestigiando los datos que los científicos han demostrado, por activa y por pasiva, respecto a los cambios globales que se están produciendo en el planeta, como para pensar que han cambiado de la noche a la mañana.



Sin embargo, en contraposición, cada vez tengo más fe en el poder de la gente, en la presión que pueden ejercer sobre el sistema y su capacidad para cambiar el mundo. Y esta declaración de emergencia climática ha partido de las evidencias, pero sobre todo de la fuerza del pueblo, de la acción social.


Para el día 27 de septiembre hay convocada otra Huelga Mundial por el Clima y ya hay confirmación de que más de 4.000 ciudades la secundarán. 



En Almería, además de la manifestación que partirá desde Puerta de Purchena a las siete de la tarde, se van a realizar diferentes actos en colegios e institutos, convocados, y eso es lo maravilloso e ilusionante, por los propios estudiantes. Nuestra juventud, y diría más aún, nuestros niños, están preocupados por el cambio climático y el futuro del planeta Tierra. 


Manejan datos, que sin llegar a entenderlos en su totalidad, muchos adultos desconocen. Greta Thunberg, a la que los grandes lobbies ya empiezan a desprestigiar por el temor que le tienen, los ha empoderado, les ha dado un ejemplo a seguir, los ha sacado a las calles, los ha comprometido en la lucha. Y aunque tienen soluciones para los grandes problemas que han provocado esta emergencia climática, porque son sencillas y evidentes, solo piden que se escuche a los científicos, que los adultos dejen de hablar y se pongan a trabajar todos juntos, olvidándose de los intereses de una minoría que son los que quieren aguantar el sistema de valores que nos ha llevado a esta encrucijada.



Tenemos que dejar de mirar el horizonte, porque sabemos por experiencia, que se mueve a la misma velocidad que nosotros. 


Tan bello, tan utópico, como inalcanzable. Estos jóvenes nos están pidiendo que planteemos objetivos reales y apliquemos las soluciones prácticas, sin ambages, sin medias tintas.

Estas últimas semanas hemos recibido un nuevo aviso con la gota fría que nos ha vuelto a poner en nuestro sitio, como las olas de calor de este verano, como los fuegos de la Amazonia, de Siberia, de Canarias, de la Sierra de Gádor. 


No podemos solucionarlo solo liberando ayudas para arreglar los daños, que por supuesto hacen falta, sino llevando a cabo políticas que nos ayuden a mitigar el cambio climático y reducir sus consecuencias: apuesta seria por las energías renovables y la eficiencia energética, reducción de residuos y eliminación de los plásticos de un solo uso, inversiones por la conservación de los espacios naturales, no agotar nuestros recursos hídricos, potenciar la economía local y de proximidad recuperando el mundo rural, construir ciudades sostenibles, y sobre todo formando y educando a la sociedad para que adquieran conciencia de su medio y aprendan los conocimientos, los valores, las destrezas, la experiencia y la determinación que les capacite para actuar individual y colectivamente en la resolución de los problemas ambientales.


El cambio climático ya está aquí y ha cambiado las reglas del juego. Las Leyes de la Naturaleza no se pueden recurrir, o te adaptas o desapareces. Es el momento de demostrar nuestra inteligencia trabajando todos juntos, escuchando a los científicos, adelantándonos y previendo los daños y los peligros que nos acechan. Es la primera vez en la historia de humanidad donde tenemos que ponernos de acuerdo y proteger nuestra especie, porque la vida en la Tierra seguirá existiendo, con o sin nosotros.


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