Sánchez lo sabe, creo

Francisco Muro de Íscar
22:25 • 25 ago. 2019 / actualizado a las 07:00 • 26 ago. 2019

Ya se ha cumplido más de la mitad del tiempo que el presidente en funciones tenía para tratar de formar un Gobierno tras la primera investidura fallida. Ni lo ha intentado. Se ha ido de vacaciones a Doñana y ha dejado encima de la mesa todos los problemas pendientes, los urgentes y los importantes. No parece tener prisa. Tan solo ha vuelto a rechazar la penúltima propuesta de Pablo Iglesias- hecha con un entusiasmo absolutamente descriptible- y ha dejado, por mensajero interpuesto, el recado de que no quiere "dos gobiernos" en el suyo.


¿Qué pasará en septiembre? Solo lo sabe Sánchez, si es que Sánchez lo sabe. Bueno, y Tezanos y su CIS instrumental. Hay quien apuesta por nuevas elecciones -la mayoría- y quien cree que al final Pablo Iglesias cederá para transmitir el mensaje de que solo a él le importa la gobernabilidad de España. Si es la primera opción, el hartazgo ciudadano puede dejar las urnas bajo mínimos y el resultado puede ser imprevisible. Si es la segunda, Sánchez será posiblemente elegido pero no tiene garantizado poder gobernar. Es más, si Iglesias cede, le cobrará con creces el servicio prestado. Si no hay elecciones, cada proyecto de ley necesitará un pacto y una contrapartida muy cara y de difícil negociación no solo con Podemos sino con los partidos independentistas que apoyen a Sánchez.


Es posible que Sánchez prefiera esperar a que se produzca la sentencia del caso catalán, a que pase la Diada, a que se vea qué sucede en el aniversario de 1-O y luego volver a las urnas. Es posible que crea que lo que va pasar en este mes y medio le puede favorecer y que el desgaste de Podemos le puede favorecer.



Pero, ¿qué ha hecho durante todo este tiempo el presidente en funciones? La respuesta fácil es "nada". Vacaciones en Doñana, visita tardía e inútil a la Canarias incendiada, uso demagógico de la crisis del Open Arms, obviando "principios" y declaraciones* Pero lo importante es lo que ha dejado de hacer, la parálisis en que está sumida España desde hace años -Sánchez fue elegido para salir de esa situación- y el coste creciente de su incapacidad de gobernar.


Mientras tanto, el ritmo de crecimiento económico de España decrece; las exportaciones caen -y eso es lo que sostenía nuestro crecimiento del PIB-; la venta de automóviles baja a mínimos y ese es un índice también relevante; las autonomías se asfixian por la falta de Presupuesto y anuncian recortes sociales; los nubarrones sobre la economía mundial anuncian recesión y tormentas; el Brexit sin acuerdo puede sumir a Europa -y, por tanto a España- en una crisis sin precedentes. Y Europa, mientras tanto, sin liderazgo y sin iniciativa. Lo acaba de demostrar con la crisis del Open Arms, resuelta por un fiscal italiano ante la incapacidad de los políticos o, lo que es peor, ante la intencionalidad de algunos de dejar morir a los inmigrantes antes que acogerlos en tierra. Europa ausente.



Sánchez sabe que no hay otra solución que un Gobierno de mayorías suficientes para emprender las reformas que necesita urgentemente este país. Y eso no se consigue con Podemos, el PNV, los independentistas catalanes, Revilla y Bildu. Sánchez lo sabe, creo. Otra cosa es lo que vaya a hacer.




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