‘El Brexit’, patriotismo y pura genética

Juan Martínez Fernández
11:00 • 03 ago. 2019


Sigue el culebrón del Brexit y cada vez entienden menos a los ingleses los próceres de la política y de la prensa, tanto en España como en el extranjero. A veces tengo la impresión de que aun sabiendo la verdad no la cuentan a los lectores porque tienen miedo de que se contagien los ciudadanos de la verdad de un sentimiento patriótico que, si los españoles lo tuvieran, seguiríamos siendo una potencia mundial. Al parecer, nadie entiende la situación; y es sencillamente, porque no van a la base sociocultural de la que nace el mentado movimiento político. La clave está en que Inglaterra (¡Ojo! digo Inglaterra), jamás ha perdido una negociación en las mesas ni una guerra en las trincheras. Y lo más importante, tanto su concepto del Estado como su sentimiento de pueblo independiente, están inmersos en su genética. ¡Ese y no otro es el sentimiento de independencia y patriotismo que les ha hecho llegar al Brexit!. Los británicos (que no ingleses) que quieren volver a la CE, son los escoceses, Irlandeses y aquellos que descienden étnicamente de la inmigración devenida a la caída del Imperio romano; el que no vea esto, no sabe nada de Inglaterra. La conozco de cerca y se lo que digo. En mi larga vida profesional como director financiero y de política internacional de una gran empresa, llegué pronto a una conclusión: Inglaterra, no pierde el tiempo negociando, nada más comenzar sabe si tiene posibilidades de vencer o no; si no las tiene, abandona o cede. Si continúa negociando es porque está segura de salir beneficiada. El ejemplo más claro, Hong Kong.  Margaret Thatcher, junto a Churchill, la mente política más preclara de la Europa del siglo XX, lo vio claro y desde el primer momento buscó una salida airosa en la que Inglaterra saliera económicamente beneficiada, ¡Lo consiguió! Con Gibraltar no nos hizo ni caso, sabía que España, con la izquierda en el poder o con un cobardón como Rajoy, somos la comparsa que lleva el botijo. La línea de Aznar de aliarse con Inglaterra y EE UU, hubiera podido dar sus frutos como los dio con el contencioso de Peregil, pero aliados con Inglaterra y los EE UU, éramos un peligro para Europa y en especial para Francia, de ahí lo que nos pasó el 11 M; y los que vinieron, cegados por el odio y el ansia de revanchismo, no supieron entenderlo ni su carácter antipatriótico les permitirá entenderlo jamás. Una España fuerte y unida, nunca ha interesado a la izquierda, aliada de forma inmoral con los independentistas. Los que en Inglaterra están ahora en lugar de Margaret Thatcher, políticamente a años luz de la Dama de Hierro; y en especial Boris Johnson, saben que los europeos, cuando se vean en la tesitura de que realmente Inglaterra se va de la CEE,  le rogarán(mas bien les suplicarán) que se quede (España, la primera); y entonces, se firmará un acuerdo en el que los ingleses tendrán todas las ventajas del que está dentro y ninguna de las obligaciones que estarlo implica, sin perder un ápice de soberanía. Inglaterra sabe que Europa va directa a un Bluf en el que, dentro de cincuenta años (Y me alargo en demasía) nadie sabrá ni por donde va, los utópicos e imposibles Estados Unidos de Europa, son una sandez imposible, la prueba es que semejante idiotez se le ocurrió, entre otros,  a uno de los políticos mas ineptos que ha tenido Europa, nuestro Zapatero que aún se cubrió de gloria con su esperpéntica “Alianza de Civilizaciones”, a la que no le hizo caso nadie. Los pueblos viejos- y en Europa, todos lo son -  tienen una genética imposible de mezclar entre sí cuando se trata de poder y economía; máxime con la entrada de los países del Este; esto no hay quien lo controle en apenas veinte años; las matemáticas no fallan y para la suma, se exigen números (en este caso individuos) homogéneos.  Me juego un café con quien quiera a que en menos de un año, se firmará un acuerdo por el que Inglaterra se saldrá (ya se habrá salido antes por las bravas) oficialmente de la CEE y además lo hará con las ventajas de los que están dentro y sin los inconvenientes que pertenecer al club conlleva, como por ejemplo, la pérdida de soberanía que es la clave de la posición británica. Lo del café, va en serio. Tiempo al tiempo.






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