Navidad en familia: ¿disfrute o tortura?

Carlos Aguilera
00:08 • 24 dic. 2018

Aunque cueste creerlo hay personas que “odian” la Navidad. Motivos comerciales e hipocresías aparte, estos días despiertan viejas heridas: seres queridos que ya no están, familiares que están demasiado lejos o rencores no perdonados, impiden una convivencia sencilla y sana. Bien por nostalgia, bien por rencor, estos días de turrón son algo más que unas simples fiestas. Y el cine nos ayuda a afrontar ese “odio”, que no es más que miedo, como diría el maestro Yoda en Star Wars.


La simpática ‘Solo en casa’ (1990) nos lo cuenta desde una comedia astuta e inteligente. Kevin es un niño de ocho años, miembro de una familia numerosa, que se queda accidentalmente abandonado en su casa, cuando toda la familia se marcha de vacaciones a Francia. Kevin se enfrenta a dos delincuentes inesperados y su madre regresa a Chicago apresuradamente para recuperarlo. Esta sencilla trama dará el juego suficiente para reflexionar sobre el valor de la familia en Navidad. 


Otra película interesante es ‘¿Conoces a Joe Black?’ (1998). En ella vemos cómo la muerte ha tomado el cuerpo de un joven (Brad Pitt) y decide presentarse ante su próxima víctima (Anthony Hopkins) para avisarle de que le quedan unos pocos días de vida. Resulta interesante cómo se intuye un más allá después de esta vida e igual que ocurre en ‘Ghost’ (1990), los personajes nos invitan a llorar sin miedo a nuestros seres queridos. Vale la pena destacar el episodio titulado ‘San Junípero’ de la serie de T.V. ‘Black Mirrow’. Una interesante distopía que muestra cómo el drama de la vida, la vejez y la enfermedad, se mantiene intacto pase el tiempo que pase. Como vemos en Star Treck, aunque dominemos el universo, la especie humana nunca perderá el temblor y el asombro ante el último instante de vida. 



Por supuesto, los maestros del cine Dreyer (‘Ordet’), Bergman (‘Fresas salvajes’) o Mallick (‘El árbol de la vida’) también nos lo han enseñado: es posible una cierta esperanza ante el mal del mundo y ante la muerte más injusta. 

Ojalá la Navidad no se reduzca a comer manjares o a regalar por regalar, sino que se convierta en ocasión para mendigar una mirada nueva, capaz de perdonar, sanar y abrazar. Feliz Navidad.





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