Un sistema sanitario para nuestros hijos

Luis Martínez García
14:00 • 21 nov. 2018

La mayor parte de nuestra sociedad comparte la opinión de que disfrutamos de un Sistema Sanitario Público que es uno de los grandes logros sociales de los últimos cuarenta años. Junto a la educación, la justicia, los servicios sociales o las pensiones, forman los pilares fundamentales de esta Sociedad de Bienestar que nos hemos dado entre todos, con el apoyo de todos los gobiernos de la democracia. También es conocido por todos el reconocimiento que se le otorga fuera de nuestras fronteras.


Hasta ahora, a pesar de que se ha visto amenazado en los últimos años debido a la situación económica y otros condicionantes, podríamos decir que aunque sometido a fuertes presiones, goza de buena salud, por supuesto con áreas de mejora, en las que tenemos que trabajar quienes, como es mi caso, tenemos responsabilidades de gestión.


Su preservación debe permanecer ajena a las barreras ideológicas y de pensamiento. No son pocas las veces que de forma interesada y por conveniencia ha sido torpedeado, sin tener conciencia de que la salud de la población, además de su propio valor intrínseco, es motor de estabilidad y desarrollo.



Tenemos, con seguridad, grandes y buenas infraestructuras, extraordinarios profesionales y capacidad suficiente de investigación e innovación.

Trabajamos en cuidados, en procesos, con Medicina Basada en la Evidencia, en calidad asistencial, accesibilidad, derechos y garantías de los ciudadanos, etc. Una labor que se desarrolla con un nuevo modelo de gestión asistencial basado en la participación de los profesionales, que personalmente considero que es la única forma de conseguir una gestión que sea eficaz, eficiente y de calidad.



Se ha hecho mucho, para muchos y en un tiempo relativamente breve, especialmente en Andalucía, comunidad que a pesar de un déficit de financiación endémico, presenta indicadores en salud que están entre los mejores del mundo. Ya por el año 1997 en el Servicio Andaluz de Salud comenzó la andadura de su Plan Estratégico, un magnífico documento participado por personas de todos los ámbitos con la finalidad de modernizar y mejorar el sistema en su conjunto. Desde entonces se ha trabajado intensamente en su desarrollo, teniendo a la ciudadanía como centro y eje del sistema y fomentando su participación en la toma de decisiones.


Podemos afirmar que hoy por hoy gozamos de un sistema sanitario que es público en todo el sentido de la palabra: los beneficios empresariales repercuten en la propia sociedad. Financiado con nuestros impuestos, es universal y generoso, no entiende de razas o clases sociales, ni aplica un techo de gasto a ningún tratamiento.



Los gestores de la sanidad pública solo pedimos respeto y reconocimiento de su calidad y del esfuerzo de sus profesionales por mantenerlo. En momentos electorales como los que se avecinan, no podemos compartir el cainismo político ni la utilización de la salud con fines electoralistas. Entendemos que la sanidad como la educación o la justicia son campos que afectan al ciudadano de forma muy directa y que en modo alguno han de quedar fuera del debate político, pero siempre desde una perspectiva constructiva.


Obviar los avances consolidados es ignorar el trabajo de generaciones que han compartido, luchado y conseguido un sistema sanitario ejemplar en el mundo entero.Por tanto, si reclamamos educación en valores para nuestros hijos y nosotros mismos, estos mismos valores debemos exigirlos a nuestros representantes políticos y tratar esta joya que es nuestro sistema sanitario público desde la perspectiva del gana-gana.


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