Creer que el mundo es plano

Desde que me conozco, jamás he contemplado la posibilidad de discutir o cuestionar conceptos como la esfericidad de la Tierra o el modelo astronómico según el cual nuestro planeta se mueve alrededor del sol.

Desde niño, mis primeras referencias educativas incluían esos conceptos como algo inamovible que me repetían con naturalidad mis maestros a la hora de explicar el mundo en que vivíamos. Ahora bien, si desde niño me hubieran insistido en que nuestro planeta es plano y que es el sol el que gira sobre nosotros, habría asumido sin problemas esas teorías y a estas horas difícilmente podrían convencerme de lo contrario. Digo esto a raíz de haberse conocido un nuevo informe alertando sobre los niveles de adoctrinamiento político que incluyen los libros de texto que estudian los niños en Cataluña. Este estudio, que ha sido elaborado por la Alta Inspección del Estado, organismo dependiente del Ministerio de Educación, detalla la enorme cantidad de inexactitudes históricas, planteamientos sesgados y manipulaciones directas del relato académico que plantean los textos que los escolares catalanes estudian en sus centros educativos. Y los estudian como yo estudié el heliocentrismo o la configuración esférica de la Tierra: como algo natural sobre lo que no cabían incertidumbres o interpretaciones. 

Y son los textos que estudiaron en su día sus padres, por lo que en casa los niños también van a encontrar un entorno propicio y nutriente de ese discurso resumido en la idea-fuerza sobre la que se basa el nacionalismo catalán: España nos roba. Y lo peor es que este informe es uno más de los que diversos organismos han entregado a éste y a los anteriores gobiernos centrales sin que hasta ahora ninguno de ellos haya querido poner freno al disparate, por estar precisados en el Congreso de los votos de los grupos catalanes. Y ahora, vaya usted a explicar a los niños, y a los papás de los niños, que el mundo plano en el que creen vivir es en realidad redondo. Ya verá qué risa.