Los círculos de Julio Alfredo Egea

Miguel Ángel Blanco
22:44 • 02 abr. 2018

Con Julio Alfredo Egea (Chirivel, Almería, 1926) sobrevuelan distintas dimensiones: personal, poética, literaria, humanista, espiritual, con una plena integración en una naturaleza que le resulta muy cercana. Una personalidad creadora que se transforma y conmueve ante la realidad: “Yo escribo por necesidad…, para sobrevivir al dolor…” Estas dimensiones se transforman en círculos abiertos, en conexión, en donde todo el mundo puede entrar y acomodarse, lugares por donde transita su aureola del ser humano-poeta que busca la redención de esa realidad que le envuelve en ansiedades y provoca así su particular esperanza libre.


Actualmente hay un retrato fotográfico poético y plural que se expone en el Museo Arqueológico, en el vestíbulo, que recibe al visitante con un poema escrito en el suelo, “Tú solo me conoces sin disfraces siguiendo con mi voz el dolor de los otros, sin llevar un carné en la cartera”, previo a otros poemas que escribieron en el suelo de la calle alumnos adolescentes, bajo la mirada del profesor-fotógrafo Rodrigo Valero. Las imágenes de Julio Alfredo Egea se centran en su mirada profunda, en sus huellas por la arena de Mónsul en el paisaje de Cabo de Gata; en su abrazo a la milenaria sabina en la sierra de María.


En este contexto ha surgido  un colectivo cultural en Almería, con el poeta Juan José Ceba al frente, que promueve relanzar la imagen del poeta, con el “Círculo Julio Alfredo Egea”, en torno a su poesía, relatos, defensa de la naturaleza y diálogo cultural, para que trascienda su lenguaje poético y narrativo, su filosofía, sus emociones proyectadas en una obra plural, en poemarios, relatos, artículos, discursos. 



Se puede mencionar, por ejemplo, un itinerario que se inicia con Ancla enamorada (1956): “Todos estáis citados en mi casa…”. Un camino que recorre multitud de mundos en La calle (1969): “Latigazo de asfalto sobre el pueblo…”; Desventurada vida y muerte de María Sánchez (1973): “Sé que te espera el ángel más humilde…”; Bloque quinto (1977): “Siento cerrarse el cerco; la oferta, la noticia…; mercaderes, reporteros avanzan, no hay posible salida…”; Los regresos (1985): “Tú y yo bajo los puentes ensayando una aurora…”; Los asombros (1996): “Y pensar que aquello era el juego de la vida…”; Arqueología del trino (2006) “Sólo aprendí la J cuando llegó un jilguero a posarse en mi hombro, entre otros mundos secretos del poeta, donde se esconde su confesión más íntima:“Yo no creo en una vida sobrenatural sin pájaros”.


Y sin embargo, después de multitud de travesías, sobre Julio Alfredo Egea se cierne desde hace mucho tiempo una especie de rechazo oficial. A pesar de su importante obra creativa y de la dimensión de su personalidad, la Junta de Andalucía, año tras año, nunca ha considerado la concesión de la Medalla de Andalucía a este insigne escritor. 



Y el silencio se cierne ante este hecho. Quizá porque no se le perdona que fuese alcalde de su pueblo, Chirivel, en años del franquismo, para llevar a su pueblo la luz y el agua. Pero no importa que Julio Alfredo Egea, al frente de la revista “Sendas”, en Granada, donde estaba vinculado a la generación poética de los 50, organizara en 1946 el primer homenaje a García Lorca que se celebró en España. 


Para la personalidad extraordinaria de Julio Alfredo Egea este rechazo de la Junta sólo se entiende desde las claves patéticas en que se ha convertido el laberinto oficial andaluz. Y si al año que viene, por ejemplo, por fin concedieran la Medalla de Andalucía a Julio Alfredo Egea, quien sabe si no sería, después de lo pasado, una ofensa al poeta, que ya vuela por encima de los halagos del mundo de la política y de la cultura oficial.




Temas relacionados

para ti

en destaque