¿Tendremos un drama a la italiana?

Lamento la ausencia de Italia este verano en el próximo Mundial de fútbol porque nos vamos a perder el espectáculo de ver, entre la admiración y la envidia, el canto del himno italiano antes de los partidos. “Estamos preparados para la muerte; Italia llamó”, cantan los azzurri con las venas del cuello hinchadas, mientras que en España nos tenemos que conformar con el tiro-riro más o menos vibrante mientras el plano de la cámara recorre las caras más o menos inexpresivas de nuestros jugadores. No hay color. Qué le vamos a hacer. La otra noche, ni la animosa y complaciente actitud del árbitro español, Mateu Lahoz, ayudó a que la escuadra italiana superase las trincheras que la selección de Suecia había cavado al borde de su área, haciendo finalmente imposible la repesca. Empate a cero y tutti a casa. Fuori. Fine. Hablo hoy de Italia y del drama social que supone perderse un Mundial por primera vez desde 1958, no porque Sofía Loren pueda estar triste y mohína este fin de semana durante el homenaje que Almería le rinde merecidamente en el Festival Internacional de Cine, no, sino porque el ejemplo futbolístico de Italia debe alertarnos a los almerienses acerca de que algunas cosas que parece que no van a pasar nunca, al final acaban pasando. Usted y yo sabemos que la UD Almería lleva coqueteando ya demasiados años con la pérdida de la condición de equipo de la LFP y si alguien no lo remedia, al final acabaremos teniendo que hablar de fuentes y cántaros. Y caer a 2ªB sería algo aún más desolador y traumático que perderse un Mundial después de sesenta años, pues tal como está esa categoría y tal como quedaría de tocado el proyecto del presidente García, no parecería descabellado hablar de una travesía demasiado larga y demasiado incierta para volver a jugar en la Liga de Fútbol Profesional. Crucemos los dedos y preparémonos para lo que pueda venir, que no será tan agradable como ver por Almería, de nuevo, a Sofía Loren.