Feminizar el mundo

María del Mar Verdejo Coto
01:00 • 23 sept. 2017

Ante esta crisis socioambiental que vivimos en el Planeta empieza a germinar la tendencia de pensar que podemos cambiar el mundo desde la Ecología, la Ciencia y el sentido común. La filósofa ecofeminista Alicia Puleo, en una entrevista por la investigadora Georgina A. Tapia González, de la Universidad de Colima (México), va respondiendo desde el feminismo y la ecología ante los retos que tenemos y sobre todo ante la crisis socioambiental que atravesamos, dando las claves en la nueva forma de pensar sobre nuestra identidad y nuestra relación con la naturaleza y con los animales no humanos, y también habla del liderazgo de las mujeres. Como dice Alicia Puleo “las mujeres ya no queremos ser Penélope esperando a su Ulises tejiendo y destejiendo, queremos ser las protagonistas de nuestra propia historia”. 
Mauge Cañada, psicóloga y especialista en nuevas vías de entendimiento, habla en un programa del RNE3 “El Bosque Habitado”, de su experiencia durante décadas en la que observa que ahora en los espacios de poder y liderazgo las mujeres no somos bien vistas ni recibidas porque no hay cultura para ser igualitarias, no sólo como género sino también como personas. 
El patriarcado ha asignado carencias a la mujer en las parcelas de poder y al hombre en el del amor. Dice la socióloga e ingeniera Yayo Herrero “los hombres están exactamente igual dotados para la ternura y la comprensión de la vida”.
En este proceso de cambio que se está produciendo hay que crear cultura y lenguaje en espacios de encuentro y cercanía. Este proceso de cambio lo llevan haciendo las mujeres toda la vida en la Historia de la humanidad. 
Los cambios de paradigma se hacen con el cambio en tu propia vida. Es un cambio revolucionario: sin liderazgos, sin ideologías y sin imposiciones. Un proceso de cambio que las mujeres han ido haciendo a través de sus vidas, del contacto, de grupo informales y puntualmente con liderazgos concretos en situaciones muy específicas. Estos cambios a través de actitudes, habilidades y de presencia con tan poca violencia, incluso más que el de Gandhi. Cambiar el mundo no sólo es posible, resalta Mauge, “sino que ya se hace, se ha hecho y se seguirá haciendo pero no somos conscientes e incluso no queremos implicarnos como herramientas. Las herramientas somos todas las personas”. 
Hay que feminizar el mundo, los movimientos sociales, no desde el punto de vista de la feminidad sino en  la manera de trabajar de los colectivos con otro tipo de liderazgos y en este proceso las mujeres tenemos que encontrar espacios de liderazgo en donde poder transmitir en equilibrio entre la parte más visible de poder y la menos visible. Cuando hablamos de mujeres y poder desde el ecofeminismo, no hablamos de mujeres que trepan por la pirámide de poder,  sino que rompemos este concepto de pirámide de poder porque el que está arriba, está arriba porque hay gente debajo y no porque tenga un don maravilloso para estar ahí, sino porque ha conseguido pasar por encima de los demás para presidir la pirámide. 
Y lo peor de esto es que el resto de la sociedad a estos logros los considera correctos siendo sistemas de dominación porque todo el mundo está de acuerdo en que es una ley natural y que tiene que ser así: nadie cuestiona los liderazgos establecidos. Las jerarquías tienen que estar enfocadas a las funciones y no a las personas,  para que sean más horizontales y,  a su vez, que no niegue otro tipo de liderazgo. Dentro de los procesos de empoderamiento de las mujeres y de los colectivos que han vivido con ausencia de poder. El poder se entiende desde diferentes puntos de vista: Uno para sentir que tenemos un poder para hacer, para decidir estar. También el poder para creer que somos capaces de hacerlo y el poder para compartirlo. El poder que no lucha, que está a favor de. No creemos en el poder que suma cero, en los poderes que entran en lucha y gana uno. 
Creemos en el poder multiplicador del colectivo humano y, ejemplo de ello tenemos a lo largo de todo el Planeta: Wangari Maathai, creadora del cinturón verde y Premio Nobel de la Paz. Vandana Shiva, científica que nos enseña a base de conocimiento y espíritu antiderrotista abrazar la vida. El Movimiento Chipko, capaces de impedir la tala de los árboles, de los que dependía su sustento, abrazándolos incluso en contra de sus maridos. 
Y mujeres, que a pesar de su subordinación dan un paso y se empoderan, como Ivonne Guevara, en Brasil o Berta Cáceres, en Honduras, y  que a través de su lucha conectan al ser humano con el cuidado de naturaleza, entendiendo que es sólo uno. Mujeres como Rosa Fuentes Justicia que desde Laujar de Andarax en Almería que aporta a esta provincia una visión absolutamente necesaria para construir un modelo de desarrollo alternativo.
“No hay Paz sin desarrollo sostenible” dice Wangari Maathai y, ese despertar de nuestro sentido de responsabilidad hacia la Tierra se hace ya en todos los continentes. Como dice la cantante Amparo Sánchez: “Lo mejor es no tener miedo”. No hay que tener miedo de despertar lo femenino de la humanidad porque el futuro será Ecofeminista o no será.


 







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