Cataluña: huida hacia delante, insolidaridad regional y riesgo de violencia

`En la ma­yoría de los demás países de la UE, el de­bate ya ha­bría ter­mi­nado` con los fa­llos del TC y porque `la Con

A. R. Mendizábal
23:46 • 20 sept. 2017

Felipe González dice desde Grecia que el re­fe­réndum ‘es to­tal­mente ile­gal’ porque viola la Constitución Española y el propio Estatuto de Autonomía de Cataluña. Y re­ma­cha: ‘La de­mo­cracia no puede fun­cionar fuera de los lí­mites de la ley’. El ex pre­si­dente es una de las voces que desde el ex­te­rior se han mo­jado sobre el 1-O y que están atentas a la evo­lu­ción del ti­c-tac hacia el 1-O.
En una entrevista con Yannis Palaiologos para el diario Kathimerini de Atenas durante un viaje para recibir una distinción, reparte su cuota de responsabilidad sobre Rajoy por ‘parecer incapaz de responder a la seriedad’ de la situación ante una posible secesión. Pero la carga de la prueba recae en otros hombros, según el titular del periódico griego: ‘Sin ley no hay democracia, dice Felipe González’.
Otra personalidad que ha analizado los acontecimientos en las últimas horas es el historiador y politólogo francés Jean-Jacques Kourliandsky, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París (IRIS). También en una entrevista con Carolina Rosendorn para Le Monde, reparte este martes mandobles a diestro y siniestro, en una especie de responsabilidad compartida y de equidistancia.
Afirma Kourliandsky, especialista en cuestiones de España y América Latina y asesor de la Asamblea Nacional: ‘La mayoría de los catalanes no se encuentren en realidad ni en la posición del Gobierno independentista de Carles Puigdemont ni en la posición inmovilista del Gobierno central de Mariano Rajoy’. De todas formas, reconoce que ‘el divorcio con la capital ha destado la deriva de los nacionalistas, que se han radicalizado porque no había ninguna manera de obtener más derechos dentro de España’.
Ahí está el detalle: ‘más derechos’. Kourliandsky hace un diagnóstico que escuece pero que está en la raíz del problema al aludir al egoísmo nacionalista: ‘Es una antigua reivindicación compartida por la mayor parte de las regiones ricas de Europa, que no quieren pagar por las regiones pobres en nombre de la solidaridad nacional’.
El experto del IRIS no tiene que calcular, porque flota en el ambiente, la extrapolación de esa postura al ámbito europeo: ¿qué otra cosa, si no, son los fondos de cohesión? ¿Qué pasaría si los países ricos del norte de Europa no hubieran querido compartir ni aceptar la transferencia de riqueza? Es una de las bases de la UE y España, incluida Cataluña, bien que se ha beneficiado de esos flujos desde la entrada en 1986.


Huida Kourliandsky va un poco más lejos al comentar lo de estos días: ‘Se está en una lógica de huida hacia delante por los dos lados’. Para romper el atasco propone: ‘La única forma de rebajar las tensiones es por tanto abrir un diálogo sin condiciones’. Tal vez no se haya enterado del todo que el president Puigdemont sólo acepta un diálogo sobre cómo hacer el referéndum; es decir, con condiciones previas.
De lo que sí ha tomado buena nota el experto y lo recalca en Le Monde es que ‘Puigdemont ha intentado defender su proyecto yendo de un país a otro de la UE y nadie le ha recibido’, al contrario que a Urkullu. Este contraste sirve para volver a identificar ‘uno de los debates centrales’ de todo el embrollo: ‘La pretensión de los catalanes de obtener las mismas competencias de las que se beneficia el País Vasco, que recauda sus impuestos y luego negocia con Madrid el cupo que restituye al Estado’.
Con algo menos de profundidad y bastante más de fogosidad, Markus Becker escribe en Der Spiegel una crónica un tanto vehemente: ‘Cataluña en una senda peligrosa’. Así están las cosas hoy día, según él: ‘Los empresarios están horrorizados, los juristas en la UE ven grandes problemas, incluso la violencia no parece estar descartada’. Insiste más adelante: ‘Miedo a que haya violencia el 1 de octubre’.
Becker se asombra de que esto pueda estar pasando en un país europeo: ‘En la mayoría de los demás países de la UE, el debate ya habría terminado’ con la suspensión del 1-O y de las leyes de ruptura por parte del TC. Y más que nada, porque ‘la Constitución no prevé tal referéndum’.
Es más , una hipotética secesión dejaría a Cataluña a la intemperie: ‘Sería más que cuestionable que Cataluña se convirtiera en un nuevo Estado dentro de la UE, y no sólo por la oposición de Madrid’. Haría falta la unanimidad de los 28 miembros, y ‘los Gobiernos de Italia, Bélgica y Francia también tendrían poco interés en fortalecer a los separatistas del norte de Italia y el Tirol del Sur, de Flandes y de Córcega’.
Para cerrar la lista de argumentos contra la locura de la secesión: ‘Sin adhesión a la UE, la superioridad económica de Cataluña se disolvería rápidamente, la región perdería no sólo el euro, sino también el acceso al mercado interior y por tanto, al libre intercambio de bienes, servicios y mano de obra con el resto de la UE’.







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