El alcalde de la capital asegura que la feria tiene personalidad propia

Juan Torrijos
01:00 • 12 ago. 2017

Durante aquellos años en que la feria se celebraba en el puerto y en el centro de la ciudad, se podría decir que algo de personalidad propia tenía. Por lo menos la que le daba el entorno de la ciudad y un oscuro mar en las noches de agosto al que se enfrentaba abierta, calurosa y disfrutona. La feria fue perdiendo esa esencia de la ciudad, como el centro va perdiendo a lo largo de los años el oeste cercano a la Alcazaba para acercarse cada vez más a ver como el sol nace antes cada mañana por la vega de acá. Y en ello anda la feria mientras alguien no diga lo contrario. Debo tener una venda en los ojos, pero no le veo, señor alcalde, la personalidad propia de nuestra feria. Quizás debe ser que el recinto está cada día más lejos. Eso da personalidad a los taxis, a los autobuses y a conseguir plaza de aparcamiento. No me creo que me quiera convencer de que el interior del recinto tiene esa personalidad que usted le presume. Los pinchos del “moro” o el vino de cariñena para empezar la noche son patrimonio de todas las ferias que se precien. Los bocadillos del Molino de los Díaz. Estos si pueden tener personalidad propia, se llamen cada año como se llamen. O las hamburguesas Uranga, que tanta lata le daban a mi querido Fausto en los años del puerto. ¿Verdad Faustico? La muñeca “chochona” no ha vuelto, pero las Uranga no nos han abandonado. De la feria del mediodía, que podría tenerla si ustedes quisieran, hacen lo posible por acabar con ella, y la noche en la ciudad presenta unos rincones donde se podría encontrar esa personalidad, pero o no la encuentran o no quieren encontrarla.
La batalla de flores. Es posible que estemos ante lo más importante de la feria: La batalla de flores, acogida por pequeños y grandes como un espectáculo a disfrutar en las calles (ya no en el Paseo), algo parecido a la cabalgata de Reyes, que se abre a un mundo infantil donde la ilusión, el colorido y la magia lo puede todo. Es posible que lo único que le da cierta nota de personalidad a la feria sea la gran batalla de las flores, señor alcalde, y es de esperar que la cuide y la proteja con mimo.
Del proyecto diferenciador que debe ser el proyecto puerto-ciudad, según Ramón Fernández, escribiremos cuando pasen los calores del duro verano que estamos viviendo los almerienses. 
¡Qué calor!


 







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