Al ver a Pedro Sánchez levantarse de la mesa para darle la mano a Pablo Iglesias en el transcurso de la reunión que las cúpulas del PSOE y Podemos organizaron para escenificar -como punto principal del programa- que quieren acabar con Mariano Rajoy me acordé de Esopo y de una de sus fábulas inmortales: la de la rana y el escorpión.
Aunque el Sánchez resucitado en las primarias tenga confinado en el olvido lo que ocurrió en aquella fallida sesión de investidura en la que Iglesias votó en contra de su candidatura a la Presidencia del Gobierno, a juzgar por la línea política seguida por el líder morado no parece que haya renunciado a su objetivo de convertirse en el líder de la izquierda española.
Que ambos, Pedro y Pablo, hayan echado cuentas concluyendo que el PSOE y Podemos se necesitan si quieren conformar una mayoría parlamentaria alternativa convierte la reunión en un ejercicio de márquetin político del que, a mi modo de ver, obtendrá mayor provecho Iglesias que Sánchez.
Entre otras razones porque siendo esta alianza instrumental, en el caso de Podemos no pierden nada porque es un movimiento piramidal en el que sus seguidores están a lo que diga Iglesias mientras que en el PSOE, la autoridad de Pedro Sánchez, pese a la victoria en las primarias, no está ni mucho menos consolidada.
A la vista están los resultados de las recientes votaciones para elegir secretarios regionales en las que candidatos "sanchistas" han sido derrotados por líderes como Ximo Puig (Valencia) o Fernández Vara (Extremadura) que en su día apoyaron a Susana Díaz. Otro ejemplo de lo mismo lo hemos visto en Castilla-La Mancha donde su presidente Emiliano García-Page, que también apoyó a la presidenta andaluza, incumpliendo las normas de Ferraz se ha negado a someter a la consulta de las bases acuerdo para que Podemos entre en el gobierno regional. Y no ha pasado nada.
En resumen, a Iglesias que es un recién llegado y no tiene prisa, le viene bien que se hable de acuerdos de Podemos con el PSOE pero que nadie tenga la menor duda de que llegado el momento, en este juego de tronos que se traen Pedro y Pablo, se cumplirá la profecía contenida en la fábula de Esopo.
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