No se puede poner en duda la gran victoria lograda por Gabriel Amat

Juan Torrijos
23:55 • 23 may. 2017

Casi un noventa y nueve por ciento de los compromisarios que se dieron cita en el trece congreso provincial de los populares dieron su bendición para que Gabriel Amat siga al frente del partido. ¡Amén!  Setecientos cuarenta y tres votos a favor por treinta y nueve en contra o en blanco. La diferencia no tiene en sí mayor discusión ni para la militancia ni para los observadores, tampoco para los rivales, incluso ni para los enemigos. Sólo queda dar la enhorabuena a Gabriel Amat ante la gran victoria conseguida, no deja de ser difícil conseguir congresos con una adhesión que raya la adoración y la entrega, y ese noventa y nueve por ciento de votos es la prueba del algodón de lo que es Amat para la gran familia popular almeriense.
Cuando se convocó el congreso de los populares se dio a conocer el número de compromisarios a participar en el mismo de toda la provincia, incluidos los natos, y este fue el de 1.020. Según el número de votos dados a conocer durante el congreso se contabilizaron 782. Si eran 1.020 los compromisarios citados nos faltan unos cientos. ¿Dónde están? Es de suponer que la presidencia del congreso tiene alguna explicación ante la usencia de esos más de doscientos militantes que no asistieron como compromisarios al congreso del PP. ¿Y por qué no asistieron? Es la pregunta que se hacen algunos militantes. ¿Se deberían sumar esos “supuestos votos” de los inasistentes compromisarios a los resultados que se dieron en el congreso popular? De ser así el resultado en cuanto a la victoria de Gabriel Amat no cambiaría, pero sí en lo que atañe a porcentajes, adhesiones y otras carantoñas a que tan partidarios son los políticos cuando de amores públicos se trata.
Cuando se sabe que desde la dirección provincial no se invitan a las reuniones del partido a aquellos militantes díscolos (incluso siendo concejales) que pueden levantar la voz en contra del jefe o de la opinión oficial, es normal que nos preguntemos por los desconocidos compromisarios que no dieron la cara en el congreso. ¿Se ha podido jugar con la misma baraja y los comodines estaban marcados? Lo evidente es que la historia merece una explicación. Lo mismo estamos equivocados y no existe la historia de los 1.020. 







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