Susana, bailando con dinosaurios

`Es tan evidente que el principal afán de esa señora ha estado y está en su legítima proyección hacia la Moncloa`

Jose Fernández
23:01 • 27 mar. 2017

Como en el cuento de Monterroso, cuando Susana despertó, los dinosaurios todavía estaban allí. Arropada por miles de fieles y respaldada por centenares de nóminas socialistas, la Presidenta de la Junta de Andalucía se dio un homenaje en Madrid junto a una Vieja Guardia que tiene mucho de lo primero y casi nada de lo segundo. Pero como doña Susana es mujer impermeable a la modestia, no dudó en arrebujarse junto a irreconciliables enemigos del pleistoceno socialista en una secuencia de imágenes que explicaban a al perfección el nivel de renovación y cambio que cabe esperar de una de las más firmes defensoras del discurso de la “nueva política”. ¡Lo que no estarían diciendo en el PSOE si en el PP se buscase una foto tipo “Cuéntame” para anunciar las políticas del futuro! En fin, está visto que los nuevos tiempos son los viejos tiempos cuando interesa. Y allá cada cual con su vaivén de amistades y enemistades interesadas o desinteresadas, porque el psicodrama interno del PSOE habrá de ser dilucidado por el PSOE y por nadie más. Ahora bien, como andaluces, tenemos derecho a exigir que, cuando menos, nuestro gobierno autónomo esté centrado, como autónomo que es, en los problemas de los más de ocho millones de andaluces sobre los que gobierna la Junta del PSOE de Sevilla. Y supongo que nadie, ni tan siquiera los creyentes que aceptan de buen grado el tratamiento pecuario de pancartista y doce horas de autobús por la Nacional IV, podrá decir que nuestra Presidenta ha estado y está más preocupada por lo que pasa en Andalucía que por lo que pasa en el PSOE. Es tan evidente que el principal afán de esa señora ha estado y está en su legítima proyección hacia la Moncloa, que resulta y va a resultar bastante insostenible la dualidad de discursos y la duplicidad de frentes. En Andalucía se está o no se está. Y doña Susana expuso bien a las claras en Madrid, rodeada de dinosaurios, dónde estaban (además de su corazón, que como todo el mundo sabe, está en Almería) su cabeza y sus mandíbulas. 







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