Autopistas

Kayros
01:00 • 15 dic. 2016

Si fuera posible  deberíamos  ahora  entrevistar   a todos los españoles para  ver  qué piensan  de aquel  delirio de la construcción, orgía  del palustre y  la cementera  cuyo fin  no     deseado   fue  la burbuja inmobiliaria. Tendríamos seguramente, como en los toros,  división de opiniones.  Las  empresas que se embolsaron los millones   y los grandes  bancos  que   financiaron las obras  seguirían viéndolo  todo muy bien , ejemplo de la  gran modernización que  ha sufrido el país  en poco tiempo. Sin embargo    otros sectores a lo mejor te dicen que fue un error.   Hubo quien dijo que España  superaba  en autopistas  a  Alemania, una exageración si quieren para poner de relieve que nos estábamos pasando en esto de las comunicaciones. La verdad     es que no   resulta  difícil encontrarse con  bastante  gente que jamás  utilizó una autopista. Recuerdo un chiste  de Mingote donde aparecía   un señor del campo  arreando a su mula.. Al    abandonar  el  camino de servicio y entrar con   el carro  en el  anchurón  de la  autopista  exclamó:  “Coño, para qué  tanto” La posible gracia del chiste  estribaba en creer que para un carro y una mula   sobraban  muchos metros de cemento.  Bien, algo de esto  podrían pensar quienes  se enteran ahora  de   que  algunas  autopistas son deficitarias.   aunque   no  seré  yo quien se queje del  “para qué tanto”. Siempre  he alabado todo  proceso modernizador , lo que  quisiera denunciar  aquí es   el  excesivo  control que ejercen  las  élites sobre     los derechos   de la mayoría.  Como ocurrió con Bankia y otros   sonados  desastres paralelos,  se ha dicho también  que el Estado se va   interesar  por la salvación de las autopistas pobres. El temor  de sospecha está, es que lo   venga a hacer  con  dinero público,  o  sea   con el  nuestro.  Como sucedió con la construcción. Locura   de hacer casas y más casas, venga a  cargarse las playas y hasta las ramblas. Todo por  mantener   la imparable fiebre de ladrillo que enriquecía  a unos pocos  bajo la trampa de un falso progreso. Hasta   que  llegó  la burbuja  peligrosa  que se podía explotar con un pinchazo  de alfiler. Por una vez  sobraron  viviendas.   Casi   nadie las podía comprar y hasta  hubo algún constructor que amenazó  con quitarse la vida.  Espero  pues que  en   el caso  de las autopistas deficitarias  no llegue la sangre al río.







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