Cosas corrientes

Fue emocionante ver al pueblo turco frenar el Golpe. Para que haya Gobierno en España la fórmula es presión por abajo, negociación por arriba. Los p

Fausto Romero-Miura Giménez
01:00 • 24 jul. 2016

El martes tuve un juicio en Madrid, a pocos pasos de donde se constituía el Congreso. El juicio en sí no tuvo nada de particular. Sólo la hora de su señalamiento -las 14’20-, su inicio –las 14’55-, lo amable del Juez, un señor correcto y cordial, muy bronceado, pues acabada de pasar sus vacaciones en La Urba de Roquetas, y los 42 grados que marcaba el termómetro cuando con la toga al brazo salí de casa dispuesto a derretirme, porque lo relevante, para mí, ha sido que, con ese calor, he pasado prácticamente el tiempo, fresquito, en casa de mis hijos -enterándome de que mi nieto se ha leído El Quijote infantil que le regalé y, a su juicio, “está un poco chalao”-  y anhelando el avión de vuelta a Almería que, al margen de la hora incómoda –las cuatro de la tarde del miércoles- salió desde la puerta 22 de la Terminal satélite, es decir, lo más lejos de lo más lejano. Un runner al uso, ya puesto, hubiese seguido andando hasta Almería.
¿Una conclusión un poco simple? La edad y el clima me condicionan: me he hecho cómodo, y he preferido el fresquito a la Exposición de El Bosco y las cenas que me prometía agradables en Terrazas fresquitas a descubrir… 
¿A cambio? He tenido tiempo para, con calma, ver pasar la vida cotidiana y darme cuenta de lo rara que es.
Ya antes del viaje vi en directo el Golpe de Estado en Turquía. Según los comentaristas, todo hacía indicar que iba a triunfar, idea que más parecía un deseo. Sólo Antonio Papell, una inteligencia muy interesante, se oponía categóricamente: el dictador Erdogán no nos gusta… pero los Golpes, menos: hay que defender la institucionalidad democrática: un Gobierno sólo puede ser derrocado con votos, democráticamente.
Y el espectáculo se convirtió en muy emocionante cuando el pueblo turco, como un alud que se desliza ladera abajo, fue llenando las calles, inicialmente desiertas, y frenó el Golpe. 
¿La tragedia? El akelarre dictatorial de Erdogán, que el mundo entero rechaza, pero Turquía sabe que, por razones geopolíticas, se le va a consentir todo. 
La hipocresía y la impunidad son más poderosas que las urnas. Y la idiotez, ¿o no es de las mayores idioteces jamás vistas el referéndum del Brexit,  convocado por un  primer Ministro para ganarlo, porque sabía  lo que querían los ciudadanos, y perderlo estrepitosamente? La democracia exige que los políticos, apoderados de los votantes, sepan qué desean éstos. Mas ¿qué esperanza tenemos de que la democracia sea efectiva; se hará realidad estos días en España? La fórmula es muy sencilla, y con ella se hizo la Transición: presión por abajo, negociación por arriba. Pero los de arriba, una panda de atrabiliarios y ambiciosos indocumentados ¿se sienten presionados por el pueblo para negociar, perciben nuestro malestar (el estar-mal) ante tanta pantomima patrañosa? Porque le oí al vacuo Pedro Sánchez: dialogar no es negociar.¿No querría decir dialogar no es pactar? Porque dialogar y negociar pueden ser sinónimos. Acordar o pactar, el final –positivo- de un proceso de diálogo y/o negociación. 
Y mientras cae la que está cayendo en Europa, que tanto nos afecta, y los chanquetillos cabezudos juegan a hacer que deshojan la margarita y chantajean por sus votos –sobre todo, el joven catalán, el más perdedor y arrogante, con vocación de croupier repartecartas- 47 personalidades de todos el espectro político, entre ellas, seis ex ministros históricos del PSOE, instan a los diputados a anteponer los intereses generales a los particulares y partidistas, a dejarse de caprichos, a no ser irracionales y, desde su libertad de voto, formar un gobierno “en proporción a los escaños ganados”. Los chanquetillos dirán que son elefantes en su cementerio.  
Si yo fuera Rajoy, y los irresponsables y antipatriotas zangolotinos siguieran jugando a los cromos, provocaría unas nuevas elecciones en las que los pequeñitos –en todo- se iban a enterar de lo que vale un peine. ¡Menos declaraciones de principios y más de finales! 
¡Si viviera Perceval, que decía “soy alérgico a los tontos!…” 
Son una panda de irresponsables que están jugando con España, faltándole el respeto a la patria, y tienen harta harta harta a la ciudadanía, que no los entiende y les pide que devuelvan lo que cobran sin habérselo ganado, incapaces, como son, de entender que el voto cambió mucho hace un mes: sólo subió, y mucho, el PP, y bajaron, y mucho, los tres perdedores que ahora chantajean: el PP le sacó 52 diputaros al PSOE, 66 a Podemos y 105 a Ciudadanos. Y perdieron  precisamente por hacer lo que están haciendo ahora, sin ningún propósito de la enmienda, erre que erre.
Con todo, ya aclaró Hegel que “la verdad de las cosas es su final” 


Mala zorra A principios de año, un concejal –apoyado por su alcaldesa- llamó en Facebook “mala zorra y sinvergüenza” a Carmela Silva, Presidenta de la Diputación de Pontevedra. El insultante, dimitió como “gesto que evidencia mi arrepentimiento por el error cometido… que no tenía justificación” Ahora, un Juzgado lo ha absuelto porque considera que dicha expresión –llamarle puta a una señora política- es normal “en el lenguaje propio de la discusión política”.
¿Cómo puede ¡un juez! decir eso? ¡A dónde hemos llegado!


Rusia y el doping La Lupe, hoy, cantaría “la vida es puro fraude”. Limitamos la corrupción a aspectos económicos de la política pero en Rusia el Ministerio del Deporte ha dopado sistemáticamente a sus atletas y, con la ayuda del KGB, dado gato por liebre en los análisis. Ahora, el Tribunal Arbitral del Deportey la FIAF han excluido de los Juegos Olímpicos a la Federación rusa, incluidos los atletas limpios. Nos despeñamos. ¿Quién nos rearma moralmente? 
Como en el chiste de Eugenio: “¡Rusia, Rusia, extraño país Rusia!”




Los juegos moriscos Los “Juegos Moriscos de Aben Humeya” que se están celebrando en la hermosa Purchena tienen más de 400 años de antigüedad y están reconocidos por el Comité Olímpico Internacional, por lo que Purchena goza del privilegio de izar la bandera olímpica, que sólo puede ondear en aquellas ciudades en que se hayan celebrado unos Juegos Olímpicos. En España sólo en Barcelona y en Purchena…
Purchena, un año más, se hace Burxana y recupera tradiciones andalusíes: vestimenta, gastronomía, música y, sobre todo, deportes.






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