Quintana deja un puñado de arena de la playa...

... de Carboneras en los campos históricos

Un fenómeno.
Un fenómeno.
La Voz
14:52 • 11 mar. 2016

Domingo, día 6 de marzo, algo pasadas las dos y media de la tarde. A un bar de las inmediaciones del ‘Emilio Campra’ entra un hombre luciendo el chándal de Unión Rugby Almería. Todos los parroquianos del lugar se giran e inician una gran ovación al verlo. Era Quintana después de haber vencido a Olímpico de Pozuelo, siendo recibido entre aplausos y vítores. Una hora antes un millar de personas había animado desde la grada del estadio, y el ambiente rugbier se apoderó después de todo el barrio: “saludé a mucha gente que ni conocía”. Esto es deporte sin aditivos.




Antonio Cayuela (Carboneras, 11 de noviembre de 1977), es de los ‘Quintana’ de toda la vida, el mote con el que se conoce a su familia en el ‘pueblecico’ y además su nombre deportivo durante toda su carrera. El otrora capitán del equipo aceptó el rol de liderazgo mental de un grupo muy joven: “me siento muy querido y respetado por ellos, chavales de mi club a los que he visto entrenar desde muy pequeños”. Una vez pasada su “mejor etapa física” –cuando era medio apertura- le corresponde otro puesto “de mucho sacrificio y en el que hay que hacer valer la veteranía”. Silencio, habla el pilar.




En todo caso, está claro que “para jugar en División de Honor B hay que estar bien” y se tiene que hacer a la perfección la misión encomendada: “aquí cada uno tiene su papel, tenemos un pichichi que hace los puntos, y jugadores que pelean los balones para que otros anoten”. Después de tanto luchar, “buscando gente para completar alineaciones e incluso descendiendo de categoría al equipo por no tener fichas”, no le cabe otra que quedarse con la recta final: “el rugby de Almería ha pasado por momentos duros, pero ahora el club está en pleno crecimiento”.




De hecho, nunca pensó llegar a lo que se está viviendo ahora: “si me lo dicen hace seis o siete años, que estuve a punto de dejarlo, no me lo creo”. Es un sentimiento, como dice la canción de URA, y vivencias para la historia de las que se alimentarán las nuevas generaciones: “vernos en Madrid ganando a Arquitectura, que para mi es el Real Madrid del rugby, plantarme allí con un equipo de chavales jóvenes de mi club… es un sueño y lo estoy disfrutando de una manera muy especial con 38 años, ya que estas cosas se aprecian mucho más como veterano”.




Trayectoria




La culpa de todo la tiene Rafa Rodríguez, que en el verano del 91 tuvo la feliz idea de llevar un balón oval a la playa de Carboneras. Esa forma geométrica hecha pelota se cruzó en la vida de Quintana, que pasó de la arena de su pueblo directamente al Estadio de la Juventud, el primer campo que pisó, y todo seguido al de “La Cartuja con 13 años en unos Juegos Deportivos”. La escuela carbonera era de gran nivel y tenía unas bases muy sólidas: “a mi me dijeron que el rugby era una forma de hacer amigos, es una filosofía de vida, una manera de pensar, de afrontar los problemas”.




Supo desde siempre que no le iba a dar de comer, pero eso es lo de menos cuando son otras tantas cosas importantes las que este deporte proporciona: “a mi me lo ha dado todo y lo que soy se lo debo al rugby”. Este licenciado en Administración y Dirección de Empresas reconoce que si tiene una carrera universitaria es por su deporte: “la vida la pienso en rugby”. De una pandilla de amigos divirtiéndose en la playa salió el joven Quintana vinculado para siempre al XV tras haber pasado por el fútbol, el baloncesto y el balonmano, así hasta los 25 años actuales de ejercicio.




Le ha puesto dinero, o mejor dicho, ha invertido en rugby para obtener un gran rendimiento, eso analizado como especialista en el mundo empresarial. Ahora es jefe de sección de materiales de construcción en Leroy Merlin, una empresa que sabe valorar que aparezca la palabra ‘rugbier’ en un currículum: “se valora positivamente porque lleva intrínsecamente una serie de valores buenos para el ámbito laboral”. Deporte técnico que “es para inteligentes”, tiene de especial “el respeto hacia el rival, el árbitro y el público, alejado del lucimiento personal, para el que lo primero es el equipo”.



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