Los autos de buen gobierno. Un documento del siglo XVIII para lograr la paz social

El Archivo rescata las normas que entre 1764 y 1815 regulaban el comportamiento de los habitantes de Mojácar y Turre

El delegado de Cultura, Alfredo Valdivia, y la directora del Archivo, Marisa Andrés.
El delegado de Cultura, Alfredo Valdivia, y la directora del Archivo, Marisa Andrés.
Marta Rodríguez
01:00 • 04 sept. 2015

“Que a las nueve de la noche se cierren los estancos de vino y aguardiente de esta ciudad y no se abrirán hasta salido el sol a menos que sea de necesidad urgente”. Es una de las normas que puede extraerse de la recopilación de autos de buen gobierno de Mójacar que el Archivo Histórico Provincial ha rescatado de sus ricos fondos y expone este septiembre en el marco de su iniciativa ‘El documento del mes’.




Se trata de un conjunto de normas dictadas entre 1764 y 1815 -las últimas son de hace ahora dos siglos- y compiladas por Esteban Ximénez y Xibaja, teniente de alcalde mayor de Mójacar. Impuestas por la justicia de un determinado lugar  para conseguir la paz social y la buena convivencia entre los vecinos, en este caso intentaban regular el comportamiento de los habitantes de Mojácar y Turre (que era de su jurisdicción) en temas de seguridad, moralidad, religión, honor y costumbres. Si se incumplían, los autos especificaban el castigo, que iba de penas económicas a la privación de libertad.




“Los autos daban instrucciones, por ejemplo, de que las mujeres tenían que lavar, no en la fuente pública, sino en la balsa de al lado. También prohibían que los animales del campo entrasen en el casco urbano. O indicaban cómo había que vestirse para ir a la iglesia: ellos no debían llevar calzón blanco si lo tenían de color y la chupa no debían lucirla sobre los hombros, sino con las mangas metidas y ellas tenían que cubrirse con mantillas y no con refajos”, explicó la directora del Archivo Provincial, Marisa Andrés, ayer en rueda de prensa.




Según subrayó Andrés, la importancia de este documento reside en que ofrece pistas de cómo era la vida cotidiana en un municipio pequeño de Almería en los siglos XVIII y XIX. “Cuando lo leemos, vemos que había mucha preocupación por temas sociales, sanitarios, morales, religiosos. Todos esos aspectos están recogidos”, indicó.




A los autos se les daba la máxima publicidad entre el vecindario para que no se pudiera alegar desconocimiento. El encargado de hacerlo era el pregonero, que tenía que leerlos en distintos lugares del municipio y si no había, se fijaban en las paredes destinadas a tal uso, normalmente en la plaza principal.




Esta recopilación de normas consta de 196 páginas manuscritas por las dos caras y cosidas, de modo que una vez expuesto sólo se pueden ver dos.  “Lo que hemos hecho es extractar algunos artículos para acompañar el documento”, detalló la directora.




En su primera visita al Archivo como delegado de Cultura, Turismo y Deporte, Alfredo Valdivia destacó la importante labor de difusión del patrimonio documental que lleva a cabo este centro, mediante su habitual actividad ‘El documento del mes’, que consiste en exponer al público un documento representativo de la historia almeriense, de los muchos existentes en el centro y que va cambiando mensualmente, acompañado de información que lo ilustre.




Continuo crecimiento
Los documentos custodiados por el Archivo Histórico se distribuyen en 8.081 metros lineales de estanterías que contienen, ya organizadas, más de 62.000 unidades de libros, cajas y legajos, y más de 12.000 croquis, mapas y planos. Los fondos del Archivo se encuentran en continuo crecimiento con la incorporación de nuevos documentos.


El papel es el soporte mayoritario aunque hay determinados documentos que han sido digitalizados para asegurar su conservación como es el caso de 356 protocolos notariales, 2.020 carteles del fondo del Gobierno Civil mayoritariamente y 14.786 unidades de planimetría del Catastro, entre otros.



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