Maya Angelou, de la segregación y pobreza a la fama mundial

Mujer, negra, memorialista, poeta y bailarina, fue activista por los derechos civiles

Angelou alcanzó la fama a pesar de nacer pobre y negra en un periodo de segregación racial (Foto: John Mathew Smith & www.celebrity-photos.com).
Angelou alcanzó la fama a pesar de nacer pobre y negra en un periodo de segregación racial (Foto: John Mathew Smith & www.celebrity-photos.com).
María Jesús Orbegozo
07:00 • 05 sept. 2020

Se llamaba Marguerite Johnson. El nombre de Maya procede de su hermano Bailey y Angelou, del apellido de su primer marido. Nació en 1928 en San Luis, Misuri, y falleció en 2014 en Winston-Salem, Carolina del Norte, en cuya Universidad fue profesora.



Fue la creadora de la autobiografía de los negros con la recreación de su infancia y adolescencia en “Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado”, el primero de los siete volúmenes de sus memorias. Además, escribió tres libros de ensayos y varios de poesía. Recibió decenas de premios. Leyó un poema suyo en la toma de posesión de Clinton. Su obra literaria es conocida en todo el mundo.



Nació pobre y negra en un periodo de total segregación racial. ¿Cómo alcanzó la fama? Fue un camino durísimo y no lineal. Tuvo un gran don, la escritura, pero no llegó a desarrollarlo en tiempos tempranos. Fue en 1968 cuando publicó su libro más famoso, el primero de la serie autobiográfica. Este bellísimo libro relata su infancia, adolescencia y primera juventud, hasta la brusca entrada en el mundo adulto con el nacimiento de su único hijo a los diecisiete años.



La obra, sumamente original, está escrita en primera persona por una niña y una joven negra, que relata las atroces experiencias de la segregación y la violación sexual a los ocho años. Algo así   una mujer negra no había publicado antes, ni se había atrevido a ser la protagonista de una autobiografía. Se enlaza, no obstante, con la narrativa biográfica negra, la oralidad, las tradiciones… Ella califica este libro como “ficción autobiográfica”. No miente respecto a los hechos, ni oculta los más escabrosos, pero en cierto modo los elabora…



Bailey y ella son enviados por sus padres, con cuatro y tres años en tren, solos, a casa de la abuela paterna, señora Henderson, mujer formidable, que regenta una tienda de comestibles, cuyos parroquianos son recolectores de algodón paupérrimos. Ella es sumamente religiosa, les proporciona una educación estricta, con normas muy precisas -la oración, el trabajo, la cortesía, el alejamiento de los blancos, la generosidad sin sentimentalismos- pero protectora y bondadosa. La Tienda, como la llama Maya, es el centro de su mundo. Narra las costumbres, los juegos, las noches de los sábados con las visitas de los recolectores, nada idealizados -manos heridas, espaldas encorvadas, cansancio arrastrado y con salarios míseros…-. En el centro de la tienda, la abuela. A su lado, con menor relevancia en su educación, el tío Willie, malformado por una caída siendo un bebé y es el núcleo de las conversaciones de los trabajadores en el porche. De repente aparece Bailey padre y se los lleva a San Luis con la madre.

Separación
El cambio de lugar, la separación de la abuela y el encuentro con la madre es un hito en la biografía de los hermanos. La madre trabaja no como enfermera, aunque posee el título, sino como jugadora de cartas en los garitos nocturnos. Maya tiene una relación más ambivalente con ella. No comprende que se hubiera desprendido de ellos. La abuela Parker era hija de una esclava negra liberada. Además de Vivian, tenía tres hijos varones, muy violentos. El amante de la madre se masturbó en dos ocasiones tocando a la niña y, un día, la violó amenazándola con matar a Bailey si lo contaba a alguien. La niña, como consecuencia de la violenta penetración, tuvo fiebre. Bailey, al hacerle la cama, descubrió las bragas ensangrentadas. Maya fue llevada al hospital y el culpable fue juzgado y sentenciado. A Maya la obligaron a testificar y, al ser preguntada si había sucedido sólo una vez, no se atrevió a confesar la verdad porque el abrazo del hombre la primera vez le había gustado, y se sintió mala y culpable. A los pocos días de ser puesto en libertad condicional, apareció muerto a golpes. Maya sospechó de sus tíos y se consideró culpable por haber mentido en el juicio. Como consecuencia, se autocastigó infligiéndose una mudez que le duró varios años.

Ruptura
Nueva ruptura biográfica. Bailey y Maya son enviados otra vez con la abuela Henderson. Maya recibe la influencia benéfica de la señorita Flowers, quien la invita a su casa, respeta su mudez, pero le sugiere que lea en voz alta poesía de un libro que le regala y logra que supere la mudez. La señorita Flowers es quien abre a Margaret al mundo de los libros. En la ceremonia de la graduación de Secundaria, el discurso de la autoridad blanca le indigna al comprender que los blancos reciben una formación científica mientras que los negros quedan relegados a los trabajos manuales. Y un episodio que le sucede a Bailey en el sector de los blancos donde un blanco lo obliga a meter en la cárcel el cadáver putrefacto de un negro, determina a la abuela Henderson a viajar con ellos y llevarlos a California con la madre. Vivian se casa y se lleva a los hijos a San Francisco.



En el colegio sólo hay tres muchachas negras y Margaret no destaca tanto como en la del pueblo, por falta de seguridad frente a los blancos. Dice que los profesores “liberales” eran condescendientes con ella y los otros la ignoraban. Salva para su recuerdo a la señorita Kirwin, que la trató con justicia y objetividad.



En San Francisco entabla conocimiento con los tahúres amigos de Vivian. Antes de terminar los estudios, impulsada por Vivian, trabaja como conductora de vehículos, tarea en la que también fue la primera mujer negra. Tras una relación sexual de una sola vez, con dieciséis años se queda embarazada y decide tener el hijo, su único hijo, Vivian no la censuró y la ayudó. Con esa actitud, como relata en el último libro de memorias Mom&Me&Mom, mereció ser llamada al fin madre. Vivian era jovial, con don de gentes, pero no era sentimental sino justa y objetiva al modo de la naturaleza.



Maya está dotada de una gran capacidad de observación de las personas, de las situaciones, del entorno. Es una voz adaptada a la edad y al medio. Utiliza tanto la lengua normativa como la coloquial. Los grandes temas del libro son la asunción de la negritud –“fue horrible ser negra y no tener control sobre mi vida”- en un proceso contradictorio, desprecio a los blancos, su poder, su dominación, y envidia simultánea, junto a un amor incondicional a los negros, amor que orientará su vida adulta en la defensa de las libertades civiles. La maternidad y la familia. Además, abundan descripciones de las fiestas, las ceremonias religiosas, las costumbres…  Relata una experiencia vital única, pero por la autenticidad, rigor y calidad literaria y moral de su experiencia -determinación, capacidad de sobreponerse a los traumas padecidos-  transciende a su yo y alcanza un valor universal.


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