El mejor rock para el Andarax: un faro de música junto al río Nacimiento

La encantadora casita junto al cauce se ha convertido en un reducto para rockeros de verdad

Vista del original bar con un jardín en el que predomina la vegetación.
Vista del original bar con un jardín en el que predomina la vegetación. La Voz
Jacinto Castillo
07:00 • 19 ago. 2020

Las noches del Nacimiento de Laujar suenan a rock. Del bueno. Rock entre la espesura iluminada junto al cauce de agua. Rock auténtico con sabor a vinilo.



Todo esto es posible gracias a El Kiosco del Nacimiento, una iniciativa cargada de vibraciones y romanticismo, justo al lado del salto de agua que termina en el Andarax, fluyendo entre valles, viñedos y olivares hasta diluirse. Hasta desaparecer casi, a la espera de las crecidas del otoño para venirse arriba como le puede pasar a cualquiera.



El Kiosco, recóndito y discreto durante el día, enciende las luces al caer la tarde y deja que Led Zeppelin o Deep Purple le metan caña a estos montes que han sido siempre baluartes del silencio.  Pero ahora, en verano, El Kiosko del Nacimiento  les envía los sonidos del rock de toda la vida.  O un poco de punk, ¿por qué no?



Para escapar de la mediocridad

Puede que parezca insensato meter a The Class o a Lou Reed en medio de la plácida armonía de la Sierra Nevada almeriense, con su rumor de agua viajera y, a veces, su leve silbido de viento entre pinares.


Puede que parezca impropio de este paraje que ha sido para los almerienses uno de los pocos sitios donde ver pasar agua como si fuese un milagro. Pero, visto de cerca, el Kiosco del Nacimiento parece lo más natural.


No constituye, ni mucho menos, la única experiencia de música y bar en un escenario natural con mucho encanto. Ha habido en la provincia algún ejemplo más que notable como el célebre Bar de Jo, ahora cerrado y añorado por sus incondicionales.


El Kiosco del Nacimiento tiene los ingredientes que sus creadores querrían encontrarse en un bar ideal. Es auténtico. Diferente. Por eso, es una tentación para quienes huyen de la mediocridad.




Rock en un sentido muy amplio, ya que también admite los blues de Janis Joplin, las canciones inmortales de Bob Dylan sin descartar otros sonidos que han sido compañeros de viaje como el soul o el rhythm and blues.



Esto ha sido posible por iniciativa de Natalia Ronco y Antonio García Páez, que decidieron convertir la concesión de esta casita encantadora acodada junto al cauce en un reducto para rockeros auténticos.



A mediodía el Kiosco del Nacimiento sólo funciona los fines de semana. Pero por la noche se convierte en un punto de luz y música donde escuchar lo mejor.



El rock que nunca pasará de moda, porque ha pasado a la historia. Una música que siempre invita a la complicidad. 


Además de disfrutar del ambiente tan especial que genera este sugerente lugar, es posible también degustar tapas de toda la vida. Con sabor almeriense, como el agua que pasa a escaso metros de las mesas.

Proyecto

Natalia explica que es difícil sacar adelante un proyecto de esta naturaleza, pero está convencida de que el resultado merece la pena.


Mientras ella explica los detalles de este Kiosco del Nacimiento, Antonio mima las florestas que rodean la casita, donde se almacena la música y la bebida, como si fuese la trastienda de una reunión de amigos de los setenta.


En este peculiar espacio, explica Natalia, es importante mantener la armonía entre la belleza generada por las labores de jardinería y la impresionante vegetación del entorno.


Esta es la ya la segunda temporada y el objetivo de Natalia y Antonio es añadir más amigos para compartir noches especiales en el Nacimiento. Por eso, Natalia y Antonio cuidan todos los detalles, más allás, por supuesto, de seleccionar la música, que es en realidad.


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