Una familia en el taller

El lutier Carlos González prepara además nuevos proyectos para el Museo de la Guitarra

Todas las tardes, la familia del lutier Carlos González trabaja en el taller de su casa.
Todas las tardes, la familia del lutier Carlos González trabaja en el taller de su casa. La Voz
Guillermo Fuertes
07:00 • 16 may. 2020

La primera pregunta, en estos tiempos, es inevitable: ¿Cómo estás? Carlos González responde tranquilo: “Muy bien, muy a gusto. Al tanto de lo que está pasando, de la gente, pero… Sin pensar en nada mas que en los instrumentos que estoy haciendo. Con mi esposa. De 6 a 8 de la tarde trabajamos todos en mi taller. A mis hijos los atraje con la idea de pagarnos un viaje y hacer donaciones a ONG.  Hemos terminado una vihuela y una guitarra barroca, y ahora estamos enfrascados en otra barroca y en un laúd renacentista...”.



Así, pues, no se aburren. “Para nada”, dice. “Si tienes tu vida interior… Por cosas de la vida que me han marcado justo antes del confinamiento, me han entrado unas ganas de trabajar..., que no llevo ni un día de descanso. Si no tuviera el taller... Hombre, también tengo otras cosas pendientes, como el archivo fotográfico de instrumentos, de iconografía, etc., que llevo haciendo toda mi vida. Son miles de documentos que tengo que clasificar, organizar y sistematizar. Así que...”.




Carlos González es de Gijón, y de 1978 al 2000 vivió y trabajó en París, donde se formó como lutier. Lleva casi dos décadas en Aguadulce, a donde llegó de la mano de su esposa, la guitarrista Mabel Ruiz. Construye, restaura e investiga sobre los instrumentos de cuerda pulsada desde hace ya 40 años. Ha fundado sociedades, dirigido festivales de música antigua, recibido premios.




Escuela
Y, además, siempre le ha gustado enseñar. Ha dado cursos Francia y España, y en 2009 fundó en Aguadulce la escuela ‘Cuerdas Vibrantes’, de donde han salido unos 150 alumnos. “Que yo sepa, 25 son ya profesionales”, afirma. “Ahora tengo seis. Algunos ya se dedican profesionalmente a la lutería, y otros son aficionados, pero de mucho nivel”.




Carlos siempre ha centrado su actividad en instrumentos antiguos. Guitarras barrocas, medievales... Pero cuando llegó a Almería, además, descubrió la figura de Antonio de Torres. “Ya había restaurado alguna Torres en París, y lo conocía”, apunta. “Pero estando en Almería tomas consciencia de lo que ha sido la guitarra aquí, y lo que aportó Torres a la guitarra española”. En 2006 hizo un curso de construcción con Romanillos. Allí construyó su primera guitarra española con la técnica tradicional, “y desde entonces, bueno, combino un poco las dos cosas...”.




Ahora, Carlos ha sido nombrado conservador del Museo de la Guitarra ‘Antonio de Torres’. “Me ocupo de mantener en buen estado los instrumentos que hay allí, restaurar alguno, si es necesario, organizo las exposiciones, participo en el diseño de las actividades... Ahora estamos con esta situación, pero queremos hacer un plan de conciertos, de conferencias...”.




Hay muchas cosas pendientes de estudio, asegura, sobre Torres y sobre la guitarra almeriense. “Afortunadamente, hay muchos estudiosos y apasionados dispuestos a trabajar sobre esto. Tenemos que colaborar todos, el Ayuntamiento, las instituciones, los investigadores... Tengo ganas de reunirme con la Sociedad Guitarrística para seguir la colaboración, que fue fructífera el año pasado. Este 2020 aún puede ser muy importante para el museo”.



Los comienzos de una colección

“He estado trabajando mucho para conseguir donaciones de instrumentos para el Museo de la Guitarra”, afirma Carlos González. “Y en este momento tenemos 14 instrumentos, algunos muy importantes. El museo ya tiene una colección, y estamos trabajando en un diseño nuevo de la planta de arriba, con vitrinas”.


“Anthony Madigan, por ejemplo, ha donado cinco guitarras: una Panormo del siglo XIX; otra del siglo XVIII francés; una rusa de siete cuerdas del siglo XIX, etc. Y Paco Cruz ha donado una guitarra, y Cristina Gómez, y algunos de mis alumnos... Yo he donado cinco instrumentos, entre ellos uno de Manuel García Mayoral, un violero almeriense poco conocido aquí. Y hay una de los hermanos Moya... También estoy consiguiendo una serie de cesiones de larga duración...”.”



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