La Escuadra Inglesa: una visita histórica a Almería

Preparativos y expectación ante el desembarco en la ciudad de la comitiva

Corrida de toros hecha en honor a la Escuadra Inglesa.
Corrida de toros hecha en honor a la Escuadra Inglesa.
Manuel Artero
07:00 • 02 may. 2020

Marzo de 1922. En Almería aún sonaba el eco de los disparos que unos meses antes, en enero, acabaron con la vida de la actriz Concha Robles y el niño Manuel  Aguilar. Aquella Almería intentaba volver a la normalidad tras el lamentable y horrible suceso. 



España se encontraba en plena Guerra del Riff, y por el puerto de Almería, se embarcaban, entre otros, tropas y obreros para Melilla. En enero era tal la cantidad de obreros que partían hacia aquella ciudad, que el Ministerio de la Gobernación se vio obligado a restringir los embarques. Era mucha la necesidad de mano de obra en aquella zona. Como ejemplo, la construcción del ferrocarril de Tánger a Fez, que se estaba construyendo en aquel momento, y que se encontraba en la fase de realización del tramo cercano a Al-Qaṣr Al-Kabīr (Alcázarquivir). El 3 de marzo, En un telegrama dirigido al Gobernador Civil de Almería , el Ministerio comunica que a partir de ese momento estima conveniente se prohíba nuevo embarque de obreros que no lleven al menos 30 pesetas, disponibles al finalizar el viaje. 



En este contexto,  en la prensa local, se anuncia la próxima visita a nuestra ciudad, de la Escuadra Inglesa.  Fondearían en las aguas del puerto almeriense el 10 de marzo de 1922, procedentes de las costas de Marruecos. Formada por un importante número de navíos, de los más potentes de la flota de la Gran Bretaña, tenían previsto llegar a Almería unas 26 unidades, con una  tripulación aproximada de seis mil hombres. Tres acorazados, nueve destructores, un buque depósito, y el buque almirante “Barham” que llevaba la insignia del jefe de la división, Vicealmirante mister Willian C.M. Nicholson. Para atender a los mandos que formaban parte de la escuadra era necesario disponer de un local cercano al puerto, por lo que el vicecónsul ingles en nuestra capital visitó al Alcalde para pedirle que le cediera el local donde estuvo la Escuela Normal de Maestras, al final de la Calle Real. Allí se serviría un té a los jefes y oficiales de la Escuadra. 



La llegada de la Escuadra Inglesa a nuestra ciudad levantó mucha expectación, y no faltaron ideas para hacer de aquel acontecimiento una fiesta, y un reconocimiento a aquellos que estaban exponiendo su vida en aquella guerra. 



El 10 de marzo, el alcalde D. Carlos Granada Ferre, acompañado del primer teniente de alcalde y del secretario del Ayuntamiento, realiza una visita oficial al Almirante de la Escuadra, visita que éste devolvió acudiendo al Ayuntamiento, donde fue recibido por el alcalde que le obsequió con habanos y champagne.  A las 8 de la tarde, el Almirante obsequió con una comida a bordo, a los gobernadores civil y militar, al comandante de Marina, al Alcalde y al cónsul de Inglaterra. 



Estaba previsto celebrar un partido de Foot-Ball, entre un equipo de la Escuadra Inglesa y una selección del Batallón de Jaén, aunque finalmente éste batallón no  formó parte en el encuentro, ya que todo el tiempo del que disponían lo dedicaban a su preparación de instrucción táctica y teórica, por lo que no les dejaba lugar para entretenimientos de este tipo. Otro de los eventos se realizó en la Plaza de Toros. El 12 de marzo (la fecha de la foto se refiere al día que llegó la escuadra), se celebró en nuestro coso taurino, una corrida de toros en honor de los marinos de la Escuadra Inglesa. El día 11 llegaron en el tren mixto los seis bravos novillos de la acreditada ganadería de Manuel de los Santos. Los diestros que lidiarían las reses serían Gordillo y Canet, de Sevilla y de Almería respectivamente. Se preveía un lleno total, y las entradas estaban a la venta en la taquilla del cine Trianón (al final del paseo). Los palcos habían sido reservados por la autoridades y personalidades importantes: El Almirante de la Escuadra, el Gobernador Militar, el Cónsul de Inglaterra, el Gobernador Civil, el Alcalde, El Casino de Almería, D. Germán Fischer, D. Francisco Pérez Cordero, Antonio González Egea, Ramón Orozco, Guillermo Fischer, entre otros muchos. 



El clima no acompañó durante la visita de la Escuadra, ya que la lluvia y el viento fueron protagonista esos días. El sol lució apenas unas horas, justo el día del evento taurino. Por la tarde, en cuanto aparecieron los rayos de sol, fueron muchos los que acudieron a pasear, llenado el boulevard de gente, entre ciudadanos, marinos y soldados, que poco o nada les interesaba el espectáculo de la Plaza de Toros. Las confiterías, los cafés, los bares y las aceras rebosaban de criaturas, entre las que sobresalían las bellas mujeres almerienses. Era una ocasión para lucir las mejores galas, en las que la ciudad se vestía como una gran urbe, animada, elegante, enterrando por unas pocas horas el aspecto pueblerino.  



El acontecimiento taurino fue un éxito, a pesar de que no acudió tanta gente como se esperaba, aunque se vio empañado por un lamentable suceso ocurrido en un bar de la calla de Granada, protagonizado por varios marineros ingleses. Los marinos hicieron varias consumiciones, que abonaron, pidiendo después unas botellas que se guardaron, marchándose tranquilamente. El dueño del bar les pidió que le abonaran las botellas que se llevaban, pero los marinos, perdiendo la corrección por el alcohol ingerido, se negaron a ello. Durante la discusión uno de los bebedores agredió con una botella al reclamante, y éste a su vez tuvo que defenderse ante la agresión de los extranjeros. Se produjo un enorme escándalo y alarma y fue necesaria la intervención de las autoridades. 


El 14 de marzo, la Segunda División de la Escuadra Inglesa del Atlántico, zarpó de nuestro puerto, con rumbo a Gibraltar


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