En Casa - Día 39

La Voz
12:37 • 25 abr. 2020

Hay quien aprovecha este tiempo en aprender labores de encaje, en resolver crucigramas sobre uno mismo, en cultivar curas de humildad. Yo me he apuntado a un curso online: ‘Aprender a esperar’. La metodología es aparentemente simple, te envían una frase como esta: “Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería.” El trabajo consiste en un comentario acerca del aforismo y averiguar el autor de la cita, en este caso Otto von Bismarck. No es tan fácil como parece, créanme, máxime si no puedes utilizar Google. No sé cómo lo hacen, pero te pillan si hurgas en la Wikipedia. Hice la prueba en el intento de búsqueda del autor de una frase y el ratón me soltó un calambrazo en la mano.



Hube de recurrir al tutor del curso. Necesitaba orientación acerca del autor o autora de “Hay que esperar cuando se está desesperado, y andar cuando se espera.” A vuelta de chat, recibí esta indicación: “escritor francés, máximo exponente del realismo literario de su país”. ¡Toma ya! Lanzamiento en plancha a la escuadra de la Espasa Calpe. Tras una ojeada a los quince tomos, nueva solicitud de ayuda. Desde el otro lado de la pantalla del ordenador me llega: “autor de Madame Bovary”. Vaya, lo tenía en la punta de la lengua: Flaubert, Gustavo.



Llenamos el tiempo con la conjugación del verbo esperar: el presente, el futuro, lo que no llega, lo que sí, lo que nace, lo que muere… Incluso esperar que el presidente Pedro Sánchez visite un hospital, que tome la mano de un moribundo. Es tiempo también de espera a que el vicepresidente Pablo Iglesias se acerque a una residencia de ancianos. Lo de menos es la foto, seguramente se la harían, además de un vídeo en los telediarios, lo importante es mostrar algo de compasión, un sentimiento de acompañamiento y comprensión hacia el sufrimiento de los demás. Y sería de esperar que ambos no confundieran compasión con lástima, porque no es lo mismo. Creo que esta espera es llenar el tiempo de vacío. De más vacío, digo. La sensación de vacío es penosa, el vacío se halla repleto de indecisiones, de contradicciones, de errores, de que en política no se pide perdón, en política se dimite. (Iglesias dixit).



En un par de días, creo, los niños podrán salir a la calle. Una hora. Menos da una piedra. Los pobrecitos peques y los más que pacientes papás se han portado de enmarcarlo. Han esperado lo suyo pacientemente. Ahora esperarán a que llegue su hora, la de salir a la calle que es otro modo de llenar el tiempo. En este punto hago un descansito, busco en YouTube algo que me distraiga, que levante el ánimo. Durante unos minutos veo al genial ‘Chiquito de la Calzada’, que Dios tenga en su gloria. No es necesario ser andaluz para entender su forma de contar los chistes que él convertía en historias breves con un vocabulario ya mítico en nuestro lenguaje coloquial. Esta tarde echaré un rato con este ‘fristo pecador’, porque yo, sin dudarlo, me quedo en casa.







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