Así era Don Carnal en Almería el siglo pasado

Documentos rescatados del Archivo Histórico Provincial relativos al Carnaval de Almería.
Documentos rescatados del Archivo Histórico Provincial relativos al Carnaval de Almería.
Juan Francisco Colomina
00:49 • 05 feb. 2020 / actualizado a las 07:00 • 05 feb. 2020

Don Carnal, hombre mundano y amante de los placeres, es retado por doña Cuaresma a sostener una batalla que tendrá lugar al cabo de una semana; el reto ha sido lanzado el jueves anterior al día que hoy conocemos como Miércoles de ceniza.



Una vez cumplido el plazo, don Carnal y su ejército de bueyes, cerdos, gallinas, becerros y cabras se enfrentan en campo abierto a doña Cuaresma y su legión de vegetales y mariscos”. 



Origen del Carnaval El origen del carnaval se pierde en la nebulosa de los tiempos. Hay quien sostiene que proviene de las saturnales romanas; otros de algunas de las fiestas de los “bárbaros” germanos. Sea cual sea su origen la realidad es que el carnaval es quizás el momento más relajado del año. La batalla entre don Carnal y doña Cuaresma, relatada por el Arcipreste de Hita en su ‘Libro del Buen Amor’, nos da una idea de cómo esta festividad, entre pagana, costumbrista y tremendamente contestataria con el poder, ha sido objeto de disputas, alegrías, prohibiciones y persecuciones. En España, y concretamente en Almería, el carnaval no se ha librado nunca de los intentos de control por parte de las autoridades. En el año 32, en pleno periodo republicano, el alcalde de Tabernas manda detener y multar con 25 pesetas a varios vecinos por celebrar el Entierro de la Sardina, al que califica como un “acto escandaloso indicador de poca cultura”. Durante el franquismo el carnaval fue directamente prohibido. El Gobernador Civil recuerda a los alcaldes de los distintos municipios y a las entidades culturales de la cuidad que, en razón de la Orden de 3 de febrero de 1937, “quedan suspendidas las llamadas fiestas de carnaval desde el domingo de Sexagésima hasta el primero de Cuaresma”. Es circular se repitió durante todo el tiempo de vida de la dictadura, que recordaba sistemáticamente la prohibición del “uso de dominós, caretas y disfraces en las calles y lugares públicos, ni casinos, cafés y círculos de todas clases, además de los bailes que acostumbran a organizar con tal motivo”.



Murgas Nos han llegado a nuestro tiempo algunas de las murgas más célebres que se celebraban en nuestra ciudad y en algunos de los pueblos de Almería. En los años veinte, la época más feliz de la historia de la humanidad, la murga de Los sembradores de apios saludaba, como era de recibo, al gobernador Civil y deseaba que “Con salud gobierne muchos días/ la leal provincia de Almería/ le desea esta murga banal/ bien los días de Carnaval”. Los sembradores rendían homenaje al histórico líder obrerista Pablo Iglesias recordando “Al Abuelo/ porque Iglesias predicó:/ Igualdad odio a la guerra/ la libertad y el amor”. Las murgas, al igual que todo el carnaval, son un alegato del mal que aqueja a la época que les toca cantar. Los Sevillanos ya cantaban a esa Almería triste y aislada: “Triste Almería, tú debes de acordarte/ de la tragedia de aquellos gobernantes. / Cuando llega un forastero, lo primero que decía/ no he visto tierra más pobre/ que la capital de Almería”. 



II República La llegada de la II República agudizó el ingenio de las coplas carnavalescas. Tanto que cualquiera diría que el gran Peret tuvo en algún momento entre sus manos esta murga de Los Aristócratas, que en su popurrí rezaban así: “Cuatro patas tiene un banco Manuel/ y cuatro tiene la suegra/ y cuatro tiene la burra/ que más duras que las piedras/ A. E. I. O. U./ burriquito serás tú/ que te gusta más el vino/ que a Juanico el Tururú”.



Disfrute El carnaval, amado y odiado, aclamado y perseguido, como rezaba el gran Juan Carlos Aragón en su credo de Los Peregrinos, ese carnaval “Que padeció el poder bajo tantos tiranos/ hasta ser crucificado, muerto y sepultado/ Que desde lo profundo de los infiernos/ resucitó al tercer siglo de entre los muertos”. Disfrutemos de Don Carnal, que ya vendrá Doña Cuaresma a reclamarnos penitencia. 






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