Santa Paula #36 Luis Muñoz: todavía

Luis Muñoz llega hoy a las Dulce Tardes Poéticas

Aníbal García
07:00 • 09 may. 2019

Seguramente, si lo piensas, / estos años no van a repetirse. / Vivirás su carencia irremediable, / se llenará de sombras tu mirada, / te habitará el vacío, y con el tiempo, / se destruirá tu imagen del espejo. //…


Sujetó firmemente la cabeza. Ojos protuidos de pupila negra y brillante. Raspó las escamas desde la cola hasta las branquias con movimientos rápidos y cortos. La piel de plata viva, agallas adolescentes. Con afilado cuchillo hizo un corte transversal en el cuello y otro en el abdomen. Retiró las tripas y la sangre con las manos. Pulcro hedor salobre. Roció con agua fresca el cuerpo eviscerado del poema. Delicada carne, con espinas.



Hoy nos acompañará en las Dulces Tardes Poéticas el niño que miraba con admiración cómo su madre limpiaba boquerones en La Caleta, el pescadero que con extrema pulcritud elimina los despojos del poema que es promesa de alimento y descomposición: Luis Muñoz, poeta Santa Paula #36 que firma la plaquette que hoy de nuevo recuerda a José Ángel Valente a través de aquel pastelillo de luz que tomaba el poeta gallego en el antiguo establecimiento de La Dulce Alianza.


Nota biográfica



Luis Muñoz nació en Granada en 1966, en cuya universidad se licenció en Filología Hispánica y Románica, y se doctoró en Literatura Española.


Su libro de poemas más reciente es “Vecindad” (Visor, 2018). Anteriormente ha publicado “Septiembre”, “Manzanas amarillas”, “El apetito”, “Correspondencias” y “Querido silencio”. Su obra poética hasta 2005 está recogida en el volumen “Limpiar pescado. Poesía reunida 1991-2005”. Ha recibido, entre otros, los premios Ciudad de Córdoba, Generación del 27, Ojo Crítico y Público.



En 1994 preparó el libro colectivo “El lugar de la poesía” y en 2000 la traducción de “El cuaderno del viejo” de Giuseppe Ungaretti. Dirigió desde su fundación hasta su cierre (1992-2002) la revista de poesía “Hélice”. Entre 2001 y 2012 trabajó en Madrid como asesor de la Residencia de Estudiantes. En 2008 fue comisario de la exposición “Gallo. Interior de una revista”, sobre la publicación dirigida en 1928 por Federico García Lorca.


Desde 2012 es profesor en la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, donde dirige el MFA de escritura creativa en español.


Poética

“Cuando voy a escribir un poema, tengo muchas veces la sensación de última oportunidad”. Así comienza Luis Muñoz el prólogo de su poesía reunida “Limpiar pescado” haciendo una reflexión sobre la importancia, no la urgencia, del acercamiento al poema. Subyace en esa afirmación una manera de relacionarse con la poesía en la que existe una necesidad de análisis del presente transitivo a través del contacto con las cosas: captar la instantánea efímera de lo cotidiano que es nuestro significante. Y hacerlo supone a veces abrir la flor del lenguaje para que el proceso de indagación, de viaje al interior, deje ver el fruto de la emoción a través del pensamiento.


En los poemas reunidos en “Limpiar pescado” hallamos las posibilidades de ensanchar la expresión al iluminar el momento más vital y fugaz de la existencia. Unas palabras del poeta subrayan la ética existencial de su poesía: “Vivir con intensidad el presente” es “un grado más elemental del carpe diem.”


Es la construcción de la imagen el vaso comunicante con la realidad fugaz.


“Soy una especie de fetichista de imágenes y de metáforas. Me afectan de una manera tremenda, en muchas ocasiones son el origen de mis poemas, y van de fuera adentro. Pero otras veces, en el proceso de la escritura de un poema sucede lo contrario, hay algo interior latente, que busca una imagen exterior y se lanza sobre la que cree que es la suya.”, nos cuenta Luis Muñoz, que concluye: “la poesía es una forma de mirar la realidad, y lo que un poeta ofrece al lector es una mirada particular sobre [esa] realidad, es una propuesta que combina elementos de la realidad de los sentidos, de los sentimientos y de las ideas. La tarea, la responsabilidad de un poeta es ofrecer una mirada coherente sobre esos elementos.”


En “Querido silencio”, se materializa esta poética. Es una indagación en la realidad en la que el poeta acentúa la experiencia percibida e intensamente sentida de lo cotidiano. Una zona de intersección entre el mundo que fluye y el mundo de lo que se escapa. Una realidad que recorre los anchos caminos que van de la esperanza al pesimismo, del placer al dolor.


“La poesía es una forma de esperanza en sí misma porque logra existir, es decir, logra poner en palabras cosas que ocurren. [...] Pero, digamos, que una poesía que no es capaz de dar cabida al dolor, que es un elemento tan esencial y frecuente en nuestra existencia, desde mi punto de vista nos está hurtando algo muy importante.”

Con otros ojos, con una renovada intencionalidad y un lenguaje exquisitamente depurado vuelve Luis en su último poemario, “Vecindad”, a transitar la luz del instante. Con un nuevo apetito.


“Creo que mi poesía es circular. Vuelve a temas ya tocados y los formula de nuevo. Acude a imágenes ya expuestas, pero vistas desde otro ángulo y a imágenes que son colindantes con imágenes que escribí, pero en las que no había reparado. Naturalmente que hay nuevos modos de acercamiento a la poesía, incluso desde el punto de vista formal, y nuevos temas, pero que hay una esencia, una razón de ser y una necesidad que es constante.”


Para Luis Muñoz la tentativa de la poesía es lo único que puede ayudar a no perderse en el camino. La última oportunidad para lo que de verdad importa.


… // Y esperarás cansado, te aseguran, / muchas tardes morir en tu ventana, / buscando en tu memoria / ese tiempo feliz, siempre perdido, / esa estación dorada que tuviste / y que debe ser ésta, más o menos.



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