Un libro para conmover a través de la ciencia

El físico matemático alemán Theodor Kaluza no ha pasado a la posteridad por su teo­ría de la unificación en la que planteaba la existencia de una quinta dimensión. Entre los científicos de su tiempo, solo Albert Einstein se dejó fascinar por sus argumentos. Su fe en el conocimiento era tal que una de las pocas anécdotas que ha trascendido de su vida dice que tuvo la osadía de salir airoso tras zambullirse en el río sin saber nadar porque antes se había leído un manual de instrucciones.

Kaluza es el personaje en torno al que gira ‘El velado rostro de la ciencia’, la segunda novela de José Alberto Maroto que se presenta hoy jueves 13 de diciembre, a las 19.30 horas, en la Librería Bibabuk de la capital de la mano del catedrático de Física de la Universidad de Almería, Javier de las Nieves, quien dirigió la tesis del autor.

A medio camino entre la intriga y la ciencia ficción, la obra no constituye un estudio biográfico sobre Theodor Kaluza, si bien “uno de los objetivos es recuperar su figura”. La búsqueda de una carta que inculparía a un científico en la sombra con el programa de esterilización masiva llevado a cabo por el Tercer Reich y, a la vez, con una desa­parición convierte al protagonista y a su hijo en improvisados detectives.

Según señala en el prólogo el físico e historiador de la ciencia José Manuel Sánchez, el libro tiene el firme propósito de “conmover con la ciencia”. “Aparte de profesor e investigador, siempre me ha atraído la divulgación científica. Con esta obra buscaba justo eso: conmover, que la ciencia también llegue y emocione, que nos haga sentir una gran curiosidad”, apunta a LA VOZ José Alberto Maroto.

Buena parte de la trama tiene como trasfondo la Universidad de Gotinga, cuna de la investigación científica hasta que fue desmantelada por los nazis. “Hitler llevó a cabo una purga de todos aquellos científicos que no pudieron acreditar una pureza aria; desde aquel tiempo, no es ni su sombra”, indica el autor.

De hecho, ‘El velado rostro de la ciencia’ refleja cómo muchos científicos huyeron de Alemania en un intento de librarse de colaborar con el Tercer Reich. Mientras, algunos entregados a la causa consiguieron pasar desa­percibidos tras la Segunda Guerra Mundial. “Kaluza tuvo la valentía de negarse a participar”.