La transformación de la Semana Santa almeriense

El agente cultural de Museo de Arte Doña Pakyta analiza la evolución de la Pasión de la capital

Páginas extraídas de la hemeroteca de LA VOZ que hacen referencia al Santo Entierro e imagen procesional de Nuestro Padre Jesús Nazareno en 1929, que
Páginas extraídas de la hemeroteca de LA VOZ que hacen referencia al Santo Entierro e imagen procesional de Nuestro Padre Jesús Nazareno en 1929, que
Antonio Jesús Sánchez Zapata
22:21 • 11 abr. 2017

Creo que a nadie se le escapa el hecho de que la actual Semana Santa de Almería, poco tiene que ver en términos estéticos (que no religiosos) con la liturgia de siglos pasados. El título del artículo es completamente intencionado: transformación no es sinónimo de evolución. No es lo mismo ir cambiando gradualmente el procedimiento, que transformarlo añadiendo agentes externos. Y qué mejor semana que ésta (lo mismo deben pensar los que programan Quo Vadis en televisión) para poner la lupa sobre nuestra Semana Santa.




El origen
Inmediatamente después la entrega de Almería a los Reyes Católicos por parte de los musulmanes, se inicia una enorme labor de cristianización basada en dos pilares: La repoblación con cristianos viejos procedentes de Castilla principalmente, y la llegada de las principales órdenes religiosas de la época nuestra capital, como son dominicos, franciscanos y trinitarios, que a su vez haría posible la creación de las primeras cofradías. En el s. XVII encontramos ya dos de las procesiones que se sucederían en siglos posteriores, como son la del Jesús Nazareno (atribuido a Salzillo) del convento de San Francisco, y el Santo Entierro que en principio salía desde la casa de los Vílchez y posteriormente desde San Pedro. En esta salida del Viernes Santo ya podemos apreciar uno de los elementos característicos de la Semana Santa almeriense: las andas, que no son más que unas vigas que sobresalen del trono y donde los portadores van en el exterior. 




El siglo XIX
Un siglo repleto de cambios, apasionante desde el punto de vista histórico por la cantidad de sucesos bélicos, políticos y religiosos. Desde la invasión francesa, pasando por la Guerra de Cuba o las sucesivas desamortizaciones de Mendizábal, Espartero y Madoz, todo tendría su influencia en la Semana Santa almeriense, que entró en un periodo de decadencia muy marcado por la desaparición de cofradías y hermandades, así como la enorme pérdida patrimonial de la iglesia, y que dejaron a Almería con procesiones que se podían contar con los dedos de una mano. A finales de siglo, la actividad religiosa en Semana Santa era mucho mayor dentro de las iglesias que fuera de ellas, haciendo rezos según las horas canónicas (maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas), sermones, solemnes oficios, ejercicios de las siete palabras y un largo etcétera. El Santo Entierro y La Soledad resistieron los envites de la historia, y consiguieron salir de su carrera habitual por las estrechas calles del casco histórico para procesionar por la recién estrenada gran avenida de la capital: el hoy Paseo de Almería. 




El siglo XX
Durante las tres primeras décadas hasta el estallido de la Guerra Civil Española, la Semana Santa de Almería continuó por los mismos derroteros que a finales del siglo decimonónico. El Santo Entierro y la Soledad eran los principales pasos procesionales, a los que se sumaría el Cristo de la Escucha que salía como hoy día de la Catedral de madrugada, y la Virgen de los Dolores. Sin lugar a dudas la del Santo Entierro era la procesión más vistosa de aquellos días, pues en la comitiva además de la Real Cofradía del Santo Sepulcro con cirios amarillos, iban también seminaristas,  alcaldes de barrio, el clero parroquial, el tribunal eclesiástico, las comisiones militares, una compañía de las fuerzas del regimiento de la guarnición de Almería y bajo mazas, el ayuntamiento el pleno, el gobernador civil y el militar. Todo cambiaría en 1936, poniendo fin en pocos días a 4 siglos de historia. Las atrocidades cometidas contra el patrimonio de la iglesia, nos dejaron sin ninguna imagen procesional anterior a los años 40, cuando gran parte de las hermandades de hoy en día empezaron a reorganizarse, como La Soledad, el Santo Entierro, el Encuentro, el Silencio o los Estudiantes entre otras, aunque hubo también periodos posteriores de crisis en los años 60 y 70, llegando incluso a dejar de procesionar pasos como La Entrada Triunfal en Jerusalén, o la Cofradía del Encuentro que no salió en los años 66 y 67.




Punto de inflexión: Los años 80
En esta década, si bien se recuperaron procesiones tradicionales almerienses como la de los Niños Hebreos, la llegada de nuevas cofradías que toman como referencia la Semana Santa sevillana, introduce cambios que poco a poco han ido calando tanto en la curia como en la sociedad almeriense. Los 90 no harían más ahondar en ésta transformación, realizándose numerosos congresos y encuentros cofrades encaminados a homogeneizar la Semana Santa en toda Andalucía, y que ya hoy día se ve con toda naturalidad.  Poco ha quedado de las andas y las parihuelas (salvo honrosas excepciones como el Santo Entierro), de la sobriedad castellana heredada de los repobladores y la influencia geográfica levantina. Ya todo son palios, costaleros bajo faldones, revirás, ar cielo con ella, tos por igual y ámonos mi arma (escuchado con estos oídos de un servidor), de los que amargamente se quejaba y con razón el Obispo de Salamanca, puesto que hasta a aquellas lejanas tierras ha llegado la influencia hispalense. Esto por supuesto ya es opinión, cada cual tiene la suya, y la mía siempre ha sido que entre el original y la copia, la gente se queda con el original. Bueno, excepto en Almería que queremos la feria de Málaga, los carnavales de Cádiz, el Halloween estadounidense y la Semana Santa de Sevilla.







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