Cuando pitos palmas: Perera toreó con primor a un toro que nadie quería

El debú de Charro de Llen no subió la nota que lleva la Feria de este año en cuanto a los toros

Faena de Perera  a su primer toro.
Faena de Perera a su primer toro.
Jacinto Castillo
01:00 • 30 ago. 2014

Como una marea viva, el clamor de desagrado circulaba por la Plaza cuando el sexto de la tarde dio la enésima muestra de mansedumbre, rehusando entrar a los capotes y saliendo huido de cualquier intento por involucrarlo en la lidia.  Pitos, improperios, peticiones desaforadas del cambio que a Perera no le influyeron en absoluto.




Dicen los que saben que, de toros no entienden ni las vacas. Pero, algunos toreros tienen el privilegio, imprescindible en su profesión, de oler la casta allí donde  menos  se evidencia. Así, Perera, que brindó al respetable enfurecido la muerte de ‘Mamarracho’ (no es broma el nombre).




Hasta ese momento la tarde transcurría en las medias tintas de los medios toros y en el cumplimento casi justo del contrato por parte de los toreros. Pero, Perera le dio la vuelta a la corrida en el último envite y convirtió a ese manso encastado que no parecía tener un pase en un toro para soñar. 




El talento de Perera supo sacar de su enemigo las embestidas que con tanto celo quería ahorrarse desde que saltó al ruedo. Ahora por aquí, ahora por allá. Siempre  con la muleta en su sitio, siempre a la distancia adecuada. Siempre con la torería que no admites disculpas por las condiciones del toro, que es el único que nunca tiene la culpa de nada. La mano baja cuando era menester, el trazado limpio y firme hasta donde era posible. La magia del toreo borró esos nubarrones de bronca contra todos que se cernieron sobre la Plaza.




Perera se encontró en su primero a un toro de escasa casta, con una punta de raza que le daba al animal un cierto interés. Perera pudo acreditar esta su condición rectificando a tiempo después de un dudoso inicio de faena en el que se le escaparon algunos mantazos. Pero, supo corregir a tiempo y su actuación se tornó sólida y eficaz, manejando la muñeca con autoridad para que su enemigo sólo viera muleta por todas partes, pero sin forzarlos demasiado, porque no estaba el animal para excesos en la pelea. Así, hasta que se rajó. 




En este toro, el sobresaliente Jesús Almería dejó un oportuno quite a la salida de un par de banderillas.




Juli
A Julián López le sobraba tanto toro que no tuvo más remedio que fabricar las emociones metiéndose en un terreno casi imposible. Tan cerca de los pitones que parecía imposible. Pero, con todo, la faena de su primero no dejó sino la sensación de que ‘Rejonero’, que es como se llamaba este primer ejemplar de Charro de Llen lidiado en Almería no estaba a la altura de su lidiador.  La capacidad técnica del madrileño descargó sobre el torete en forma de lluvia suave de pases, armónica y sosa a partes iguales.




En su segundo pareció salir más motivado pero no acabó de cuajar a un toro flojo pero que ofreció un juego suficiente para que el madrileño sobrepasara la aparente mediocridad del quinto de la tarde.


Hermoso de Mendoza
En el primero Hermoso de Mendoza adoleció de brillantez y ambición. Cosechó más aplausos por las piruetas que por la resolución de las suertes, casi todas a toro pasado. En más de una ocasión, las palmas surgieron de esa inexplicable costumbre de los rejoneadores de solicitar la ovación levantando la banderita, como si fuese el cartel de ‘aplausos’  de la televisión. En su segundo toro, Hermoso de Mendoza estuvo algo más entonado, montando a Chenel, y poniendo banderillas más ajustado. También con Pirata, puso las cortas a dos manos, elevando algo el tono. 



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